martes, 29 de abril de 2014

SALOMON LERNER Y LA LEY UNIVERSITARIA




SALOMON LERNER FEBRES

La necesaria ley universitaria

Nuestro sistema de educación superior se encuentra en un estado de postración innegable. Hablamos de una decadencia que comenzó hacia la década de 1960 en el ámbito de las universidades públicas mediante su masificación no planificada, su empobrecimiento, su politización y la consiguiente ruina de su calidad académica. Esto no quiere decir, por otro lado, que en décadas anteriores la educación pública superior se hallara en un estado ideal, pues si bien las universidades eran más solventes, la gran mayoría de jóvenes peruanos estaban excluidos del acceso a ellas.
A la debacle de la universidad pública se sumó en los años recientes la desnaturalización de la noción misma de universidad en el ámbito privado. Las leyes expedidas en los años noventa para favorecer la inversión privada permitiendo el principio de lucro como motivación central de un emprendimiento universitario han dado lugar a simulacros de universidades carentes de todo compromiso serio con la educación y la formación de seres humanos integrales y desprovistas de los servicios básicos que una universidad debe brindar.
En esas circunstancias, es evidente la importancia de la nueva ley universitaria aprobada por la comisión de educación del Congreso y pendiente de aprobación plenaria. Como toda ley, esta es perfectible, pero tiene el valor de afrontar problemas centrales de nuestro sistema, como, por ejemplo, la inexistencia de un ente coordinador o rector que sea solvente, de calidad técnica y acorde con una concepción acertada del quehacer universitario.
No sorprende, pero sí preocupa la oposición que desde varios frentes –principalmente el gremial, de la Asamblea Nacional de Rectores, y el empresarial– se viene ejerciendo contra esta propuesta. Si la ANR se opone en defensa de fueros que, en verdad, no se ven amenazados por el proyecto, el sector empresarial aboga por un modelo universitario –la universidad-empresa— que se pretende necesario para el desarrollo del país, cuando lo que realmente necesitamos es recuperar el espíritu mismo de la institución universitaria que no tiene como fin supremo el lucro.
Una respuesta espuria a nuestras necesidades de desarrollo, instalada desde hace dos décadas, ha sido que la universidad debe enfocarse más en la empleabilidad inmediata de sus egresados y menos en su formación básica, especialmente la formación humanística. La idea es que los estudiantes desde muy temprano se deben adentrar en el manejo de sus carreras sin perder el tiempo en materias ajenas, (aparentemente), a ellas.
Este diagnóstico incurre en un errado pragmatismo. Soslaya la observación de que el mundo laboral actual es mucho más cambiante que nunca. En un ambiente globalizado, el profesional contemporáneo tiene que enfrentarse diariamente a la incertidumbre: si algo sabemos sobre el futuro es que es cada vez más impredecible. No solamente ignoramos la tecnología que se utilizará el próximo año. Tampoco sabemos con qué tipo de personas y en qué lenguajes tendremos que dialogar, negociar o comunicarnos.
Una persona meramente apta para el uso de las técnicas actuales es la menos pertinente para este entorno cambiante. Más que nunca, el universitario debe ser una persona preparada para el futuro, un profesional no solamente provisto de herramientas sino también y sobre todo capaz de adaptarlas o crearlas. En esta situación la formación básica es la que corresponde mejor a nuestros tiempos. Porque ella permite el constante desarrollo de la creatividad y el manejo provechoso de la incertidumbre.
La especialización temprana, sin el conocimiento de los aspectos básicos de la ciencia es una limitación a la cual condenamos a los jóvenes que no podrán competir en un mundo laboral que requiere mayor capacidad para interpretar el cambio y así actuar en él.
Responder a las grandes necesidades de nuestra sociedad requiere reorientar el sistema universitario hacia una concepción más integral y académicamente exigente de los estudios superiores. Para lograrlo, se precisa cambiar el marco institucional en el que estos operan y crear las reglas y condiciones para que las universidades se sientan llamadas a cumplir con estándares de calidad aceptables: la acreditación obligatoria es, en ese sentido, un elemento valioso de la ley que se proyecta.
No es con cambios accesorios ni manteniendo el statu quo actual como se dejará atrás la decadencia de nuestras universidades. Se necesita dar una señal de cambio ya y romper con una inercia que defrauda diariamente las esperanzas de cientos de miles de jóvenes peruanos.

El Perú y la vida universitaria

En nuestra columna de la semana pasada señalamos dos males que perjudican severamente a la universidad peruana. Por un lado, el desamparo que padece la universidad pública, empobrecida y politizada. Por el otro, la grave distorsión del carácter de la institución universitaria a partir del Decreto Legislativo 882, que permite que el lucro constituya el objetivo central de la educación universitaria privada. La “universidad – empresa” invisibiliza algunas dimensiones importantes de la vida universitaria, como la investigación y la formación cívica, pues la calidad de la educación superior se ve severamente afectada y la misión social de la universidad desaparece como tal.
El objetivo fundamental de la universidad es la creación y difusión del conocimiento. Y ello se entiende tanto para el conocimiento aplicado en el ámbito de la empresa, la industria y la tecnología cuanto para el saber dirigido sustancialmente al incremento de la libertad y el ejercicio del pensamiento crítico. La Filosofía, la Física pura y la Literatura, entre otras, son disciplinas que se proponen abrir horizontes para la mente humana, y son por tanto materias necesarias pues a pesar de que ellas no sean una fuente inmediata de crecimiento económico, sí son elementos importantes dentro de una comprensión rica del “Desarrollo Humano”.
Ese desarrollo –en fidelidad con la naturaleza misma de la universidad- exige que se abra un amplio camino a la investigación en los centros de formación superior. La investigación es un elemento que distingue al quehacer universitario, y sin embargo es una dimensión quasi inexistente entre nuestras casas de estudio, hecho que nos debiera conducir a reflexionar acerca de la legitimidad ética de instituciones que en el país llevan el nombre de Universidades y ofrecen títulos profesionales e incluso pos-grados –maestrías y doctorados-, sin que en ellas haya, siquiera, labores elementales de investigación por parte de alumnos y docentes.
Asimismo, la universidad pretende formar seres humanos plenos y ciudadanos que promuevan la democracia en nuestras sociedades. En tal sentido parte de su misión es el proponerse pensar y debatir los problemas centrales del país discutiendo sus posibles soluciones. El debate sobre las condiciones de la identidad nacional en un contexto multicultural y el diálogo sobre la generación eficaz de políticas de desarrollo y justicia en el país deben encontrar en la universidad el espacio más natural y adecuado constituyendo la universidad uno de los lugares de la sociedad en los que se ejercita la autorreflexión y el discernimiento en torno a lo que es bueno y correcto para la vida pública, en ella deben suscitarse discusiones intelectuales y políticas que tendrían que conducir a cambios importantes en la sociedad.
Así pues parte de su labor debiera consistir en examinar las ideas y programas que orientan a la sociedad en su conjunto para dilucidar su consistencia y evaluar qué tipo de ser humano y de ciudadano podrían generarse desde tales valoraciones. Si la institución universitaria sólo se concentra en la capacitación profesional –educar profesionales para insertarlos en el mercado–, ella estaría abjurando de una de sus funciones básicas: pensar la sociedad, sus estructuras, y las condiciones de las personas que actúan en ellas.
Una nueva ley universitaria –hechos los cambios y ajustes en su formulación que el buen juicio aconseja– permitirá dar un paso significativo en la tarea de devolver la universidad al lugar que le corresponde como institución creadora de conocimiento científico, y como foro de discusión en torno al fortalecimiento de una cultura democrática en el país. Elemento que ayudaría en tal sentido sería una instancia pública, constituida en un marco de pluralidad y excelencia, que preste atención a los estándares de calidad académica de los centros de educación superior, y examine las formas de proyección hacia la comunidad que éstos se trazan. La calidad de la educación universitaria constituye un elemento decisivo en cualquier proyecto sensato de desarrollo nacional. Sin el cuidado atento y riguroso de la ciencia y de la civilidad, tales proyectos permanecerán en el plano etéreo de los sueños y los buenos deseos.

viernes, 18 de abril de 2014

ESTADO, CORRUPCION, DELINCUENCIA



Juan de la Puente


La Mitadmasuno



Áncash es el Perú

LA REPUBLICA
La corrupción en Áncash está siendo tomada como un grave problema de Estado y las primeras preocupaciones son judiciales. En procesión, los organismos que habían volteado la mirada a la corrupción realizaron una audiencia y anuncian el descongelamiento de los procesos contra la cúpula regional. No obstante, se piensa en Áncash como una excepción y no como una regla, como un fenómeno y no como una tendencia.
Áncash es el Perú, solo que allí las mafias provocaron un estallido; es la avanzada de un orden de cosas que se forma en relación con los procesos de modernización, descentralización y crecimiento económico, y cuyo origen no es, exclusivamente, la falta de institucionalidad y de control. Lo que a simple vista luce como un asunto de reglas es un problema de organizaciones y de actores.
José María Arguedas decía de Chimbote que era la ciudad que menos entendía, pero que más lo entusiasmaba. Hace ya medio siglo describía en El zorro de arriba y el zorro de abajo a las mafias de ese puerto como la expresión de una ideología informal, una suerte de modernización a patadas hundida firmemente en brechas y desencuentros sociales y culturales que no han hecho más que recrearse desde entonces.
Sobre estas y otras bases se construye una sociedad que se asume y comporta como un espacio de tensión sin reglas, so pretexto de su heterogeneidad y donde la crisis de organizaciones y liderazgos es recurrente y en progreso. Áncash fue escenario de una competencia de partidos políticos hasta entrados los años noventa, con predominio del Apra, Acción Popular y la izquierda. No obstante, como sucedió con buena parte del país, fue conquistado por la antipolítica; desde 1995, Huaraz y Chimbote eligen alcaldes independientes, salvo un período en este último caso, y Casma, otra provincia violenta, ha tenido cinco alcaldes desde 2007, uno de ellos revocado y otro asesinado.
La política ancashina fue asaltada por políticos de ocasión que han creado sus propias franquicias regionales para efectos internos y que se relacionan exitosamente con las franquicias partidarias nacionales para efectos de una representación parlamentaria. Esa política antipolítica ha llegado a su límite; el proceso operado en Áncash, también experimentado en otras regiones, de sustitución de los liderazgos partidarios nacionales por elites locales se ha agotado; el predominio de los nuevos “valores”, el robo, la coima, la amenaza, la difamación, la compra de periodistas y jueces, el cambio de bando, y la muerte, esconde la falta de un proyecto local y una mortal precariedad de la oferta política.
Los datos del sistema político ancashino indican ese agotamiento. En las elecciones del 2010 se presentaron en el Santa (Chimbote) 22 candidatos y en Huaraz 16, las provincias con las más altas tasas de competitividad electoral del país. A tono con esa tendencia, en las elecciones regionales del 2002 se presentaron 8 listas, 13 el año 2006 y 19 el año 2010. Asimismo, en las tres elecciones, Áncash fue la región donde las listas tuvieron un apoyo electoral menos uniforme, es decir, un bajo indicador de distribución (PSNS) según la metodología del Jurado Nacional de Elecciones.
En el contexto de mayor fragmentación, más competitividad y menos distribución homogénea del voto se entiende que las guerras políticas se zanjen con el apoyo de sicarios. No en vano la región ostenta otros dos indicadores relevantes: en el periodo 2007-2010, el 10% de las autoridades distritales fueron vacadas y en las elecciones del 2010 se anularon las elecciones en 11 distritos, un récord histórico que no lo consiguieron los paros armados de Sendero Luminoso en los años ochenta.
Al debatir las soluciones para esa región es preciso reconocer que estamos ante una sociedad con una acelerada fragmentación, donde la política es ilegítima y las representaciones políticas son casi simbólicas. En las elecciones generales del 2011 ninguna lista superó el 20% de los votos válidamente emitidos, mientras que los votos blancos y viciados sumaron la primera mayoría, el 26%, más del doble que el porcentaje nacional.

La sociedad de la náusea

La indignación de la opinión pública frente a la corrupción, la informalidad, la inseguridad ciudadana y el sangriento caos del transporte opera como la náusea de una sociedad débil que no puede impulsar a un Estado igualmente débil a acometer estas tareas. La crítica social y pública se queda en las arcadas y en la cólera. Somos el país del asombro y la ira donde ni los ciudadanos ni el Estado pueden enderezar los renglones torcidos.
Esta debilidad se asocia al Estado neoliberal que llega a su fin descosido por el lado que menos esperaba, es decir, la dificultad de los peruanos para ejercer su libertad personal sin seguridad personal, un tipo de libertad “antigua” en el orden jurídico que antecede a las libertades económicas, ellas también jaqueadas por la falta de regulación pero que las sorteamos cuando ingresamos por la puerta de la informalidad.
Tomando en cuenta los plazos históricos de la tesis de Alberto Vergara (Ciudadanos sin república. ¿Cómo sobrevivir en la jungla política peruana? (Lima, Planeta, 2013), la promesa neoliberal habría llegado a su límite programático y lo que asoma es un épica pugna por re/construir la república y en ese camino va siendo evidente que el encuentro entre ambas promesas, la neoliberal y la república, no será posible por lo que los abogados llamamos la sustracción de la materia.
La agónica promesa neoliberal no le puede ofrecer al Perú (Vergara dice que nunca lo prometió) seguridad, cumplimiento de las reglas de convivencia, regulación, honradez pública y formalidad/legalidad. No obstante, la política liberal y democrática tampoco puede hacerlo y no solo por falta de leyes o instituciones sino de actores y organizaciones. Si la autoridad del Estado alcanza hasta donde se escuchan los gritos de los funcionarios públicos, la fuerza de la sociedad solo llega a través de los medios y el frenesí de las redes sociales, frecuentemente el único mecanismo de movilización ciudadana autónoma del poder y de la prensa.
Este juego de debilidades condicionantes es crucial para la interacción entre lo público y lo privado. Por ejemplo, el delito vial tiene más de una década como fenómeno agudo con tasas que se desarrollan en espiral: el 2003 hubo 74 mil accidentes y 95 mil el año 2012, en tanto que los últimos 10 años han muerto en las pistas 36 mil personas. Sin embargo, a pesar de que los accidentes dejaron heridas el último año a 54 mil personas y muertas a 4,200, la demanda de la sociedad no ha encontrado mecanismos para promover cambios eficaces. Con la fuerza de la sociedad no pasa nada.

Esta carencia de fuerza se relaciona con varios elementos sobre los que al neoliberalismo también le cabe una responsabilidad, particularmente la desinstitucionalización de derechos, instituciones y reglas. Volviendo al caso del transporte público, el delito vial es el resultado de un modelo que solo es posible anulando las capacidades reguladoras estatales y sus elementos constitutivos como la sobreoferta del servicio, la eliminación de las revisiones técnicas, la habilitación de unidades pequeñas y frágiles, la liberación de rutas y la falta de derechos laborales de los conductores, entre otros. El neoliberalismo es también la hegemonía de lo informal y de lo no regulado.
En otras circunstancias las náuseas ciudadanas podrían generar reacciones reformistas en una parte del sistema político, especialmente en el programa y en la acción de los partidos y de los políticos. Sin embargo, para ciertos temas como los aquí señalados las instituciones se muestran vacías de contenido, particularmente los partidos, el Congreso y los cuerpos colectivos de gobierno. Por esa razón, en un contexto de arcadas sin vómito, lo más eficaz es la fuerza como mecanismo para recabar derechos o para hacerse escuchar.
Una sociedad débil y fragmentada, con movimientos sociales y partidos débiles es incapaz de influir en el Estado. Sin reforma política, ese monstruo que asusta a los políticos, los dramas cotidianos tendrán por mucho tiempo solo nuestra ira.

SOBRE EL CAMBIO CLIMATICO



Cambio climático o cambio de mentalidad

18-04-2014

El lucro, las ambiciones de ciudadanos que dirigen compañías millonarias así como de gobiernos que pretenden mantener la hegemonía económica mundial estan llevando al planeta tierra hacia una debacle total.

Desastrosos terremotos en Japón, Haití, China, Chile, Indonesia, Pakistán; inundaciones en Bolivia, Colombia, Venezuela, Brasil, Australia, China, Vietnam, Bangladesh, Filipinas, Mali, Níger, Burkina Faso; enormes incendios en Rusia, América del Sur, Asia; desproporcionadas nevadas en Estados Unidos, México, Europa, elevación del nivel del mar y la casi segura desaparición de islas y grandes extensiones de tierra, son algunas de las consecuencias del cambio climático.

No por conocidas dejan de ser estremecedoras las conclusiones que el Grupo II del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de Naciones Unidas acaba de presentar en la ciudad japonesa de Yokohama bajo el título de ¿Cuáles son los impactos del cambio climático y cómo podemos gestionar los riesgos?

El Panel, considerado la red científica mas extensa del mundo dedicada al estudio de ese fenómeno aseguró que los cambios derivados del ascenso de las temperaturas en el planeta “ya son visibles en todos los continentes y en la mayor parte de los océanos”.

La temperatura media global se ha elevado 0,85 grados entre 1880 y 2012, un incremento que se ha acentuado en las últimas tres décadas. En septiembre pasado, el Panel del Grupo I de la ONU divulgó otro informe en la ciudad de Estocolmo donde resaltó que nunca antes la ciencia demostró de forma tan inequívoca que el calentamiento es una realidad y que la actividad humana es su mayor responsable. El informe mostrado en Yokohama y basado en miles de estudios efectuados en diferentes países, señala que muchas regiones del planeta experimentan con mayor frecuencia fenómenos de sequías, olas de calor, inundaciones, junto a profundos impactos sobre la salud humana, la extinción de especies, la degradación del hábitat y una menor productividad de las cosechas. Cuando ya la crisis alimentaria se ha hecho sentir en amplias zonas, el documento asegura que las cosechas descenderán alrededor de un 2 % por cada década y si la temperatura media sube un grado más, se afectarán las cosechas de trigo, maíz, sorgo en zonas tropicales y templadas, y se reducirá el crecimiento económico.

A la par, aumentarán los problemas sanitarios y enfermedades entre los humanos y el mundo animal, aparecerán nuevas bolsas de pobreza en las clases medio-altas y la brecha de las desigualdades se ampliará en los países ricos, mientras que en las naciones pobres, que no poseen capital para enfrentar esos problemas, la situación se volverá aún más caótica.
Pero como expuse al principio de este comentario, esta situación no es nada nueva. Muchos científicos, expertos y dignatarios del mundo, como Fidel Castro, han tratado de que el mundo tome conciencia de ese gran desastre que se cierne sobre la humanidad.

El líder de la Revolución cubana, desde los primeros años de la década de 1990 ha pronunciado discursos en eventos internacionales y escrito numerosos artículos alertando sobre lo que representa la desidia de las naciones ricas y de las transnacionales que constantemente agraden la naturaleza y el universo con la intención de acumular más capitales lo que va en detrimento de la gran mayoría de la población mundial.

La organización Ecologistas en Acción advirtió que los fracasos ante la falta de acuerdo en las Conferencias de Copenhague, Cancún y Durban, han condenado a millones de personas a la muerte, al hambre y a la destrucción y acusó a Estados Unidos, Japón y algunos países de la Unión Europea de ser los culpables.

El científico francés Yann Arthus-Bertrand expuso en un documental que como Groenlandia se calienta rápidamente, el agua dulce de todo un continente fluye hacia el agua salada de los océanos. Su superficie, explicó, contiene el 20 % de toda el agua dulce del planeta. Si se derrite, el nivel del mar va a subir cerca de siete metros.

La cubierta helada del Ártico se esta derritiendo por el calentamiento global y ha perdido 40 % de su espesor en 40 años. Su superficie podría desaparecer para el 2030.

Con la elevación del nivel de las aguas todo se vuelve inestable. Los arrecifes de coral son extremadamente sensibles al más mínimo cambio en la temperatura del agua.

Por eso Bikenibeu Paeniu, Primer Ministro de Tuvalu, uno de los archipiélagos del Pacífico con más riesgo de desaparecer por la subida de las aguas del océano, indicó que pese a que "los países del Pacífico y del Índico apenas contribuimos al calentamiento global, paradójicamente seremos los primeros en sufrir sus consecuencias".

Otro isleño, el Presidente de Nauru, Kinza Clodumar argumentó recientemente que “la franja donde vive mi gente esta dos metros sobre el nivel del mar. Estamos atrapados, un desierto a nuestra espalda y de frente, una terrorífica y creciente inundación de proporciones bíblicas”.
¿Por qué aumenta la temperatura? La progresiva acumulación en la atmósfera de los gases que emite el llamado Efecto Invernadero (gases de invernadero) provoca la elevación de la temperatura en la superficie terrestre, así como cambios en el clima y en los demás procesos que dependen de él.

El Efecto Invernadero en un fenómeno atmosférico natural que permite mantener la temperatura del planeta al retener parte de la energía del sol. El aumento de la concentración de dióxido de carbono debido al uso de combustibles fósiles, ha motivado la intensificación del fenómeno y el consecuente aumento de la temperatura global, derritiendo los hielos polares y elevando el nivel de los océanos.

La causa principal del crecimiento de los gases de invernadero (en gran medida por el dióxido de carbono) es la actividad humana: calefacción, industria, agricultura, transporte.
El informe del Panel de expertos de la ONU es directo al puntualizar: “un importante número de especies terrestres y de agua dulce estarán abocadas a crecientes amenazas durante y después del siglo XXI, en especial cuando concurran otros tipos de presiones como la modificación de los hábitat, la sobreexplotación de los recursos, la contaminación y las cada vez más abundantes especies invasivas”.

¿Se darán cuenta los ricos y los poderosos del daño que le estan ocasionando a la vida en el planeta? Esperemos que no sean sordos.

jueves, 17 de abril de 2014

CHICLAYO: ENTRE EL CAOS Y EL DESGOBIERNO

Sucedió hoy en el marco de la celebración (¿?) del 179º aniversario de Chiclayo. Así detalla la nota de la pagina web de LA REPÚBLICA que lineas abajo transcribimos. Pero todo indica que el caos y el desgobierno no es sólo de Chiclayo. Es todo el Norte por no decir todo el Perú. El nuevo Perú transformado en estos últimos veinte años. Pero con sus particularidades. Informalidad, ilegalidad, corrupción y los actores que vienen dibujando-desdibujando el paisaje regional no escapan a este determinismo particular. Chiclayo ha sufrido históricamente varios caos , desgobiernos y desordenes. De reducción de indios, a lugar de tránsito entre la hacienda colonial y el puerto de embarque, a centro comercial y lugar de residencia de la aristocracia, a centro urbano-industrial incipiente frustrado, a centro de administraciòn del estado hasta convertirse en urbe neo-liberal que nos articula ahora al mundo con grandes centros comerciales que pretenden encerrar el mundo en cortos espacios que contrastan con el resto del espacio marginal urbano. 

Chiclayo "celebró" sus 179º aniversario en medio del caos y desgobierno

Han transcurrido más de dos años y la Ciudad de la Amistad sigue en medio del caos por el transporte, el comercio ambulatorio, la falta de limpieza pública y arterias destruidas.
Atrás quedaron los tiempos de júbilo y regocijo que caracterizaron el aniversario de la provincia de Chiclayo. En esta oportunidad las denuncias por presuntos hechos de corrupción en el ayuntamiento chiclayano y la debacle en la que está sumida la Ciudad de la Amistad, a causa de obras inconclusas, desorden e informalidad ensombrecieron esta celebración y le pasaron la factura al alcalde Roberto Torres Gonzales, a quien no solo las autoridades sino también el pueblo –en su mayoría– le dieron la espalda al no participar en las actividades oficiales.
El 179 aniversario de la creación política de la provincia de Chiclayo fue el termómetro que sirvió para conocer el grado de insatisfacción de los chiclayanos hacia la gestión municipal, quienes incluso colocaron banderas de color negro en algunas puertas de sus inmuebles en señal de duelo. También se puso sobre el tapete una serie de incidentes que generaron rechazo e interrogantes como es el hecho de que el burgomaestre no haya participado en el tradicional Paseo de la Bandera.
Chiclayo desaliñado
No cabe duda que este aniversario no pasará desapercibido por Torres Gonzales.
En la misa Te Deum celebrada en la iglesia Santa María Catedral, el obispo de la Diócesis de Chiclayo, monseñor Jesús Moliné Labarta, fue enfático al señalar que si bien Chiclayo tiene su identidad aún es una ciudad adolescente, en crecimiento, que tiene un cuerpo poco armonioso. “Le falta armonía, un buen trazado, debido a que crece de manera desordenada y sus servicios no son de la mejor calidad. No hay que ser tan provincianos, debemos mirar hacia el país”, expresó y agregó que con frecuencia nos preguntamos “¿qué hacen las autoridades?, pero mejor es decir ¿tú qué haces por Chiclayo?”
Moliné fue severo en su homilía cuando dijo que Chiclayo parece un “adolescente desaliñado y malcriado” y no debe darse un mal ejemplo al decir “ahora hago obras y después ya no las hago”.
Es por eso que sugirió que el próximo candidato debe ser coherente, que respete principios, con planes de trabajo de diez a veinte años . “Se necesita una convivencia madura con los conciudadanos y que la autoridad respete los principios y funciones y dé ejemplo de madurez”, esbozó.
Ante este llamado de atención, la autoridad edil aceptó ese “jalón de orejas”, siendo lo único que declaró a los medios de comunicación.
Inasistencia
A excepción del gobernador Aurelio Vargas Burga y la presidenta de la Junta de Fiscales Superiores, Carmen Miranda Vidaurre, que asistió solo a la misa Te Deum, el presidente de la Corte Superior de Justicia de Lambayeque, Miguel Guerrero Hurtado; el presidente regional de Lambayeque, Humberto Acuña Peralta, el jefe de la Región Policial Nororiente, general PNP Cluber Aliaga, incluyendo la mayor parte de regidores del oficialismo, no concurrieron a los actos celebratorios.
Se victimiza
En medio de este clima de tensa calma y con dosis de desaire, el alcalde Roberto Torres desarrolló la sesión solemne, en cuyo discurso se rehusó a asumir errores, pero sí se victimizó ante los cuestionamientos de los sectores de oposición. “Tenemos el compromiso de seguir trabajando con buena voluntad, pero hay grupos de oposición que en lugar de sumar dividen con revanchismo, insultos que afectan el ánimo de la comunidad”, expresó.
Agregó: “No envenenen el alma con medias verdades, con sensacionalismo. Qué culpa tengo que a Chiclayo le hayan tocado autoridades que no le tomaron importancia, por lo que no debemos crear novelas e historias”, enfatizó.
Torres señaló no entender por qué algunos se disfrazan de negro (en alusión a los munícipes de oposición). “Necesitamos de luz y no personas tercas. Dios me dijo ‘Beto eres inocente’”, remarcó.
¿Irrespeto o temor?
Es preciso señalar que Roberto Torres brilló por su ausencia en el Paseo de Bandera, en el que no fue considerada la bandera de Chiclayo. Los regidores de oposición advirtieron que este hecho demuestra que el burgomaestre tiene miedo al repudio del pueblo, aparte de ser una falta de respeto que reprobaron. 
La delegación del Colegio de Arquitectos desfiló con un brazalete de color negro y un crespón del mismo color en su banderola para denotar que están de luto por las condiciones de nuestra ciudad, de la cual precisaron que agoniza a causa de la desidia de sus autoridades.
“Torres usa celebración de aniversario para victimizarse”
El regidor de la comuna provincial Manuel Cabrejos Tarrillo no dudó en cuestionar la gestión del alcalde Roberto Torres durante la sesión solemne realizada ayer en el Palacio Municipal durante la celebración del 179 aniversario de Chiclayo.
El funcionario edil aseguró que el burgomaestre escogió la celebración de este aniversario como un escenario para “victimizarse” ante los fuertes cuestionamientos contra su gobierno.
Según dijo, Roberto Torres intenta que la colectividad lo vea como “el bueno de la película” y que culpe a quienes procuran fiscalizar y cuestionan continuamente su gestión. “Está buscando victimizarse como si esta gestión fuera un modelo y como si todos los que buscamos fiscalización o toda la parte de la sociedad que está en desacuerdo con su trabajo estuvieran equivocados”, dijo.
A pesar de la actitud del alcalde hay suficientes evidencias para seguir cuestionando los actos de corrupción que se denunciaron durante la gestión de Torres Gonzales.
El funcionario edil fue tajante al decir que está de acuerdo en que no hay nada que celebrar en este aniversario, pues sostiene que la pésima situación de Chiclayo no puede festejarse.
Cabrejos señala que la gente que realmente quiere a Chiclayo se pregunta si las condiciones en las que se encuentra ameritan una celebración. “Nosotros nos preguntamos ¿hay algo que celebrar? Una cosa es recordar el aniversario y otra es festejarlo conociendo la triste realidad de esta ciudad. ¿Acaso cuando tenemos un familiar enfermo celebramos que cumpla años?”, indicó el regidor.
No colmó expectavivas
La crítica también vino de parte del regidor de oposición Edwin Vásquez Sánchez. El munícipe manifestó que la gestión del cuestionado alcalde chiclayano no ha colmado las expectativas de la población. 
Para el concejal existen muchos aspectos cuestionables en este gobierno municipal, principalmente los proyectos que aún no han sido culminados y han generado una cadena de denuncias por corrupción.  
“Chiclayo está de luto por la crisis que vive”
El 179 aniversario de Chiclayo es una fecha para conmemorar y no para festejar ni celebrar, en razón que no hay motivos para hacerlo cuando la Ciudad de la Amistad sufre su peor crisis, mientras un halo de corrupción se impregna en la Municipalidad Provincial de Chiclayo (MPCh).
La posición del Colegio de Arquitectos es clara con relación a la desidia de sus autoridades municipales, quienes no han demostrado interés para solucionar este problemática.
Sin duda esta orden profesional está muy preocupada por ese alto índice de corrupción que existiría en la comuna y que no permite avanzar y alcanzar el desarrollo.
Es por eso que el lazo negro institucional que portamos es el símbolo de que estamos de duelo debido a la crisis por las obras abandonadas, malversación de fondos y calles obstruidas que causan malestar en la ciudadanía.
Ello constituye un llamado de atención para atender las necesidades que agobian a la ciudad.

ESTADO, DELINCUENCIA, VIOLENCIA Y CORRUPCION

El Perù transformado por Abimael Guzman, Alberto fujimori y Alan Garcìa pero para mal, lo dijo Julio Cotler. El estado narco lo acaba de señalar Oscar Ugarteche. Las clases medias emergentes cuyos origenes teñidas de informalidad y hasta de ilegalidad, lo ha señalado Hernando de Soto. No es otra cosa que los estertores de una  sociedad y un estado neoliberal que no surgiò de un contexto previo de dictadura militar como Pinochet en Chile. Pero si de una violencia extrema y muy sangrienta extendida por la acciòn de SL en los ochenta. Por el narcotrafico y la violencia politica nos parecemos en sus origenes al neoliberalismo colombiano. A ello se le añadio geneticamente a la corrupciòn reproducido desde el estado. La idea de achicar el estado y liberalizar el mercado tiene desarrollos distintos en los ejes norte, oriente, centro y sur del pais. El norte destaca por el liberalismo de la economia del narcotrafico y la del delito comùn evolucionada al delito corporativo organizado. El combate y derrota de sendero en su proyecto violento produjo aprendizajes sobre todo a nivel de las fuerzas armadas y policiales que deben haber alimentado la evolución organizada del narcotrafico y de la delincuencia común. Principios y estrategias se parecen. A eso agregamos la corrupción y tenemos el cuadro completo. El eje se inicia con Ancash, luego prosiguió a Trujillo, reculando en Chiclayo desde el cual se expande mas al norte pasando por Piura hasta Tumbes y en otra variante Jaén, Bagua, Rioja y Tarapoto.

Sinesio  apunta en LA REPUBLICA,  a propósito de lo de Ancash.


Sinesio Lòpez Jimènez

El Zorro de Abajo

La punta del iceberg

Ancash es sólo la punta del iceberg. Debajo de sus señales se mueve un conjunto de fallas estructurales que agobia al Perú (y a algunas regiones en particular) desde hace mucho tiempo. La peculiaridad de la situación actual es que esos viejos problemas se han fusionado y han estallado en esa región (y en otras como Tumbes) apareciendo como asesinatos políticos, sicarios al servicio del mejor postor, caudillos locales que disputan un botín, corrupción, crimen organizado, sindicatos asociados al delito, incapacidad del Estado para ofrecer seguridad a los ciudadanos y poner orden, inoperancia (¿o inexistencia?) de los partidos políticos nacionales. La situación es compleja y pone en la picota no sólo a la política y al Estado sino también a otras dimensiones (económica, social, cultural) de la vida social.
Desde la perspectiva política existen, por lo menos, cuatro problemas que están en la base de lo que pasa en Áncash y en otras regiones. En primer lugar, la ancestral debilidad del Estado explica su ausencia o presencia marginal en varias regiones, su incapacidad para sostener la vigencia de la ley y de la igualdad de esta para todos, su impotencia para ofrecer seguridad y orden y sus dificultades para llevar las políticas públicas (especialmente las políticas sociales) a muchas regiones del país. El Estado es más chico que la sociedad y el territorio sobre los que supuestamente ejerce jurisdicción. Las élites militares, las élites señoriales y empresariales y los caudillos políticos han sido incapaces de construir un Estado peruano en forma. Tenemos por eso el Estado modesto y maltrecho que nuestras élites enclenques han podido construir a lo largo de la historia.
En segundo lugar, el colapso de los partidos nacionales (que se llaman así sólo porque pueden elegir candidatos para que compitan a nivel nacional) explica su ausencia en las elecciones regionales y locales, la fragmentación política nacional y regional, la volatilidad electoral y partidaria, la presencia de poderes fácticos, la competencia exacerbada (apelando al sicariato y al asesinato) entre caudillos regionales y locales por el botín del canon en las regiones que lo tienen. La debilidad de los partidos nacionales ha dado origen (y fortalecido) a los caudillos nacionales y regionales y a los poderes fácticos y estos, a su vez, agudizan la inoperancia de los partidos. Se ha producido un círculo vicioso que es necesario romper con la formación de nuevos partidos y frentes políticos.
El tercer lugar, el diseño actual de la descentralización por departamentos ha agudizado la debilidad del Estado, ha acentuado la fragmentación territorial y ha reinstaurado la vieja relación indirecta del Estado central con los ciudadanos, mediada ahora por los caudillos regionales. Lima, sin embargo, no ha perdido poder. La principal virtud de la descentralización es el desplazamiento de recursos a las regiones. Eso está bien, pero la distribución de esos recursos ha sido mal diseñada. El canon no llega a todas las regiones. Sólo seis o siete regiones lo perciben. Es necesario redistribuirlo estableciendo políticas de compensación para las regiones más pobres del país.
Finalmente, la captura de algunos aparatos de control estatal (la fiscalía, el poder Judicial y otros) por los corruptos impide la vigencia de la ley y de la justicia y genera incredibilidad en el Estado. La República ha revelado en varias ediciones que el poder Judicial de algunas regiones se ha convertido en un paraíso de las acciones de amparo de los corruptos y que algunos fiscales que cumplieron con su deber de investigar la corrupción fueron destituidos por sus jefes. La solución política de lo que pasa en Áncash y en otras regiones es compleja y requiere enfrentar varios problemas a la vez, pero por alguno de ellos hay que comenzar.

miércoles, 16 de abril de 2014

UNIVERSIDADES Y EL CAPITALISMO ACADEMICO



El rector de la Universidad Diego Portales y el "capitalismo académico"

16-04-2014

Desde las páginas editoriales de El Mercurio (10/04/2014), Carlos Peña conminaba al ministro de Educación a terminar con la "actitud de escucha" con los estudiantes, a adoptar en consecuencia una postura de "realismo" político para enfrentarlos en sus "expectativas" y, en su recurrente lenguaje religioso —pese a sus reiterados llamados al uso de la razón argumentativa en el espacio público— el rector de la universidad privada se refería a la actitud de Eyzaguirre como propicia a estimular "el mal infinito".

¡Y vaya uno a saber qué entiende Peña por "el mal infinito"!

¿Se habrá dejado persuadir el rector en cuestión por el discurso de las autoridades de la PUC cuya "plenitudo potestas" les llega del religioso Estado Vaticano y ven en el Estado nacional laico (el que no subvenciona a las instituciones educativas religiosas sino que ofrece cursos de cultura religiosa —donde todas las confesiones son estudiadas por igual y de manera racional y objetiva— en sus escuelas públicas a sus futuros ciudadanos) el "mal infinito"?

No obstante las voladas esotéricas, el mérito de la columna del rector Peña en El Mercurio es el de poner las cartas sobre la mesa —las suyas y las de los empresarios educativos privados— en el debate acerca de qué proyecto educativo debe darse Chile.

¿Cuáles son los sacro santos principios neoliberales que, según Peña, el ministro Eyzaguirre debe defender en tanto que tecnócrata formado en la economía neoclásica y ex funcionario del Fondo Monetario Internacional (FMI), guardián emérito del funcionamiento del capitalismo globalizado?

Primero, dice Peña —con esa arrogancia propia de los que se sienten llamados a cumplir una misión en nombre de intereses superiores (que no son otros que aquellos de los dueños del capital interesados en invertir en el negocio educativo)—, es "imposible poner a la educación superior fuera del mercado". De esta manera, el comentarista mercurial, está erigiendo en dogma la creencia neoliberal que no hay derecho social que en las actuales condiciones económicas pueda ser gratuito, ofrecido directamente por instituciones del Estado y, sujeto, en este caso, al control democrático estudiantil, académico y de funcionarios de las casas de estudio.

Segundo: según él, todas las instituciones de educación superior e incluso las estatales están "condenadas hoy a competir" (de vuelta a los juegos de lenguaje religioso de Peña, y por algo será, diría Ludwig Wittgenstein …) en el mercado de la educación. El fatalismo de Peña, convertido en fanatismo enfervorizado por el mercado, sólo se entiende cuando se sabe a ciencia cierta que el rector no hace más que predicar por su parroquia. Es decir, por la universidad privada que funciona como empresa capitalista, pero utilizando subvenciones (sociales) del Estado. Ni tonto … es así como una elite burocrática, administradora de universidades privadas, se paga buenos sueldos con platas de todos, y de paso, como si no quiere la cosa, se auto legitima con "distinción" en el ejercicio del poder cultural.

Como bien sabemos, en las organizaciones con "gobernanza" capitalista y managerial no existe la democracia como método de elección de las autoridades, ni tampoco caben los procesos autogestionarios de administración y control. Es el modelo vertical de universidad que propugna el neoliberalismo. Exactamente lo contrario de lo que plantean los sectores más lúcidos del movimiento estudiantil chileno que exigen democratizar la universidad, rendirla accesible a todos por medio de la gratuidad universal, acercarse a las necesidades del pueblo y de sus organizaciones sociales y reconectarse con los ideales humanistas del conocimiento, concebido éste como una conquista de la humanidad entera y, por lo tanto, un bien común, libre, compartido y al servicio de la especie humana y no sometido a las lógicas depredadoras del capitalismo y de sus amos.

¿No se le exige acaso a un rector que tenga altura de miras, se empine desinteresadamente desde su torre de marfil y abarque de manera completa los problemas civilizatorios que enfrentan las naciones y entre ellos uno que urge, pero ignorado por las elites supuestamente ilustradas de la universitas chilensis: la crisis ecológica provocada por las lógicas depredadoras de la tecnociencia y el capital (producidas en los laboratorios y aulas universitarias); hoy explicadas y argumentadas hasta por la NASA? Acerca de esto, nada. Mutis por el foro … El productivismo cientista es, después del positivismo, el fondo ideológico de la academia científica ingenieril, biotécnica y neoclásica.

Tercero: El rector de la UDP no anda cortando un cabello en cuatro cuando se reclama partidario del "capitalismo académico" que orienta su propia versión de la universidad, es decir, de la aplicación de formas de competencia mercantiles entre las universidades (entre las privadas y entre estas y las públicas), entre sus unidades académicas y dentro de las mismas entre sus propios académicos para obtener fondos de investigación y/o de financiación por la empresa con fines de ganancia, es decir, vía transformación en bienes rentables privatizados, pero … pero que han sido financiados con el dinero social (los tributos que los empresarios chilenos no quieren hacer en nombre de la racionalidad neoliberal de la "inversión y el "crecimiento", retórica que oculta el acaparamiento en pocas manos privadas del producto y la riqueza social). Lo contrario de una concepción humanista de libre circulación del conocimiento socializado y no privatizado. Aún no se está ahí, pero para allá va el tranco.

¿Y qué nombra el llamado "capitalismo académico" del rector Peña?

Cabe, por supuesto, preguntarse si es tan "agudo" el rector de la UDP para inventar el concepto de "capitalismo académico" y así anotarse un poroto en el terreno del debate ideológico que mucho tiene que ver con la lucha por la hegemonía en sociedades capitalistas, con profundas desigualdades sociales y atravesadas por conflictos de clase (el que comienza a expresarse claramente hoy bajo la forma de un bloque de oposición de la clase empresarial y la ultraderecha (RN y UDI) a lo que son las tibias reformas de Bachelet y la N. M., escenario político de confrontación social en el que se inscribe también la postura del rector de la UDP).

He aquí una respuesta. Los investigadores y académicos universitarios franceses, Isabelle Bruno, Pierre Clément y Christian Dardot en la introducción a su libro La grande mutation. Neolibéralisme et éducation en Europe escriben: "Con la estrategia de Lisboa 2000, la educación es subordinada al mercado, conforme al modelo del "capital humano", que la OCDE ha adoptado. Empleabilidad o benchmarking —la puesta en competencia por medio de evaluaciones permanentes— son los conceptos dominantes de este proyecto político en detrimento del acceso igualitario para todos al conocimiento y un enfoque humanista de la cultura".

Así es, la OCDE no es una blanca paloma del desarrollo socio-económico como quieren hacernos creer gobiernos, medios tradicionales, políticos e intelectuales orgánicos del capital, sino que más bien una organización de Estados orientada hacia la aplicación de los mecanismos neoliberales de austeridad, como la baja de impuestos a las empresas y altos ingresos; disminución y cortes de programas sociales y privatización de la educación universitaria europea, así como también el aumento de los aranceles (gastos de escolaridad) junto con el autofinanciamiento de departamentos e institutos de las universidades por medio de contratos con la empresa. No hay que engañarse, es la tendencia en una Europa sumergida en la crisis del capitalismo.

Pero Christian Dardot va más lejos en uno de sus artículos acerca del "capitalismo universitario" o "académico" cuando asevera: "No basta con denunciar el hecho de que el "conocimiento desinteresado" creado por universitarios libres es hoy recuperado por los procesos del mercado y la producción de mercancías, se trata de comprender como toda la producción del saber y el conocimiento están de ahora en adelante modelados por lo que hay que llamar el "capitalismo universitario". Es al universitario canadiense David Noble a quien le debemos el análisis más consecuente de las transformaciones de los establecimientos de enseñanza superior en Digital Diploma Mills, en "fábricas digitales de diplomas". […] Las burocracias universitarias utilizaron el e-learning para operar la mercantilización del conocimiento por medio de la venta de cursos por internet. David Noble muestra que es en realidad toda la cadena de producción de los conocimientos que ya ha sido sometida directamente a los imperativos de la rentabilidad y valorización del capital. Una fórmula resume la tendencia general: "Desde el punto del capital, las universidades son demasiado importantes para dejársela a los universitarios". […] Es así como los gobiernos sucesivos de EE.UU. y Canadá, (escribe Dardot) han dado un tratamiento fiscal que ha favorecido la financiación privada de la investigación universitaria y les han permitido a los laboratorios privados apropiarse legalmente de los resultados de trabajos financiados con aportes públicos (de esta manera lo público se privatiza y genera lucro que va a dar a manos privadas). Los laboratorios o centros de investigación universitaria han mutado en "centros de ganancias" integrados a una institución que se ha transformado a la vez en un sitio de acumulación del capital."

El remate de estos análisis lleva a Dardot a enunciar consecuencias bien pragmáticas ya denunciadas en las universidades chilenas: "esta política (el mismo "capitalismo universitario o académico" defendido por Peña) ha desembocado en un profundo desequilibrio en perjuicio de las actividades docentes que disminuyen en importancia. Numerosos investigadores no hacen clases porque pagan poco, los departamentos e institutos más alejados de las actividades rentables han visto sus fondos volatilizarse, los sueldos bajar y los estudiantes por clase aumentar".

A lo que hay que agregar la proletarización de una parte de los los profesores universitarios, llamados "profesores taxi" (precarios) en Chile. Cuya situación de atraso organizativo en el plano sindical es evidente comparada con la de otros países donde las luchas sindicales de federaciones de profesores(as) han permitido mejoras sustanciales en las condiciones de trabajo, salariales y de seguridad en el empleo.

Y a riesgo de ir a contrapelo de los elogios ditirámbicos al ministro de Educación y a sus asesores por algunos anuncios, pareciera que las advertencias de Peña han tenido oídos receptivos puesto que Melissa Sepúlveda, la presidenta de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile, después de la reunión con ellos el jueves pasado, declaró constatar “la falta de un diseño temporal para la implementación de la reforma” junto con afirmar que “se mantienen tensiones y diferencias en materia de lucro, de permitir una brecha y un lugar para un negocio educativo”.

En otros términos, los representantes del movimiento estudiantil han tenido la oportunidad de percatarse del asomo, tenue quizás, pero presente de todas maneras, de aquello que Peña defiende como el "capitalismo académico" y cuyos rasgos fundamentales están siendo analizados por una vasta literatura —imposible de ignorar— producida por investigadores universitarios comprometidos con la búsqueda de la verdad, la justicia y la igualdad.

Pero nos queda una pregunta ¿para cuándo queda la lucha por becas de estudio para todos los estudiantes? No nos referimos al acceso gratuito a los estudios (matrículas y aranceles gratuitas ofrecidaa por las universidades. Nos referimos a becas para poder estudiar, es decir, para costearse los gastos que implican subsistir mientras se ocupa el tiempo en esa actividad vital que es pensar y estudiar: alimentación, vestimenta, vivienda, transporte, materiales de estudio y recreación.

¿Habrá que esperar cuatro años para percatarse que es parte de la misma lucha por dignificar la vida y acceder al estudio?

¿Cómo podrá el egresado de secundaria de Cherquenco ir a estudiar medicina a la U de Chile en Santiago si lo desea, ingeniería a la Santa María en Valparaíso o sociología a la U de Concepción sin un monto o beca donado por el Estado para poder vivir tranquilo mientras estudia?

Porque estudiar es una relación personal con el saber, pero no es solitaria sino común y colectiva. La sociedad puede facilitarlo o impedirlo. Es en la sociedad donde se aprende, asimila, comparte y se realiza el resultado de la actividad de estudiar. En una relación de voluntad, amor y pasión con y por el saber acumulado desde siglos. Es esta concepción del humanismo clásico que hay que imponerle al neoliberalismo cuyas leyes de hierro buscan someter el conocimiento a la lógica del capital y la ganancia.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

LAMBAYEQUE Y LA CORRUPCION

Lambayeque y La Libertad entre las regiones con alto índice de corrupción

LA REPULBICA: Miercoles, 16 de abril de 2014 

Lambayeque, La Libertad, Amazonas, Loreto y Ayacucho fueron identificadas como las cinco regiones que registran altos índices de corrupción, dentro de un estudio realizado por la Procuraduría Anticorrupción, que iniciará acciones de investigación en dichas zonas del país.
El titular de dicha institución fiscalizadora, Christian Salas, dio a conocer que es alarmante el gran número de denuncias que existen contra las autoriades locales y regionales de estas jurisdicciones, donde al parecer “la corrupción se ha institucionalizado”.
Ante esta situación, la Procuraduría Anticorrupción ha programado realizar diligencias, a lo largo de este año, para evaluar las denuncias en dos grandes contextos: manejo de fondos públicos y supuestos direccionamientos en concursos públicos para la entrega de la buena pro de las obras a ejecutar en las regiones antes mencionadas.
“Las denuncias son por el presunto delito de peculado, por apropiación ilícita de dinero o bienes estatales, y de colusión, que se da cuando se concreta ilícitamente entre funcionarios y empresarios para la concesión o buena pro de determinada obra, a cambio de una suma de dinero”, detalla Salas.
Agregó que el trabajo que se realizará en estas regiones es similar al que se ejecutó en la región Áncash, donde la corrupción ha llegado a niveles insospechados, y sus principales autoridades son acusados incluso de ser autores intelectuales de homicidio. 

LA DEUDA PENDIENTE DE LAS CIENCIAS SOCIALES EN EL PERU

Deudas y agendas pendientes de las ciencias sociales en el Perú. El vacío  como producto de la hegemonía del pensamiento único del libre mercado. Impacto del liberalismo en los científicos sociales.  La relación de las ciencias sociales con el sentido común. Los limites del modelo de sociedad neoliberal empieza a manifestarse con la agudeza de nuevos y viejos problemas que demandan su comprensión y sobre todo respuestas que no necesariamente son viables en el actual modelo.  MARTIN TANAKA escribe sobre la NUEVA AGENDA de las ciencias sociales contemporáneas en el Perú.

Nueva agenda


Nuestras ciencias sociales, en la década de los años sesenta, se preocuparon especialmente por los retos de la modernización del país; en la de los setenta, por las reformas del velasquismo y el auge del movimiento campesino y sindical; en la de los ochenta, por la democracia, nuevos movimientos sociales, la violencia política. En los noventa, se trataron los cambios asociados a la adopción de políticas orientadas al mercado, en un contexto autoritario. En la primera década del nuevo siglo, se trató la debilidad de las instituciones democráticas: partidos, Congreso, regiones y descentralización.
Ciertamente es importante continuar con los antiguos temas, que siguen siendo relevantes. Pero cada vez más varios colegas tenemos la sensación de que es necesario dar un salto hacia temas nuevos, temas que tienen que ver cada vez más con un país que entra a la franja de los países de ingreso medio, que crecen, pero en contextos de anomia y debilidad institucional. Esto hace que a los ciudadanos no solo les preocupe la pobreza y el empleo, también cada vez más la seguridad ciudadana y la corrupción, por ejemplo. Desde las ciencias sociales nos hemos ocupado de ellos todavía muy marginalmente.
La seguridad ciudadana, por ejemplo, constituye un nudo de problemas que es imperativo desmadejar, y que permitiría hacer una radiografía del funcionamiento del conjunto de la sociedad y del Estado. Para empezar, cuenta la debilidad estatal en el territorio: la extensión en diferentes zonas del país de actividades como el narcotráfico, el contrabando, la minería ilegal, que demandan servicios y generan recursos y capacidades que alimentan actividades ilícitas, desde la trata de personas, la importación de servicios vinculados a redes internacionales dedicados al secuestro, la extorsión, y el sicariato, la colusión con las autoridades públicas y políticas. De otro lado, todo esto ocurre en un contexto de crecimiento económico, de cambios en las ciudades, en la estructura de las familias, en las expectativas, cultura y patrones de consumo, especialmente en los jóvenes, con lo que aparecen nuevas formas de delitos.
Los problemas asociados al combate de estos males permitiría hacer una radiografía del funcionamiento del conjunto del Estado. Intervienen la Policía, los municipios, las regiones, el Ministerio del Interior; también el Ministerio Público, el Poder Judicial, el sistema penitenciario. Salen a relucir problemas de corrupción, coordinación entre sectores y niveles de gobierno, problemas de gestión, escasez de recursos, límites en la legislación y problemas de aplicación de la ley, que ciertamente no es igual para todos los ciudadanos. Implícitamente hay también una dimensión política, vinculada al uso del problema para obtener réditos de corto plazo, cómo esto influye en la dinámica entre gobierno y oposición, cómo se construyen discursos en torno a estos temas.
Los científicos sociales, no solo las autoridades públicas, estamos en deuda.

domingo, 13 de abril de 2014

LA SOCIOLOGIA COMO CIENCIA CONSERVADORA


LA SOCIOLOGÍA COMO CIENCIA CONSERVADORA

“La revolución proletaria arrojó diferentes sombras
sobre los diferentes sociólogos y sociologías,
 pero cuando la suerte estuvo echada todos los sociólogos
supieron en qué lado de la barricada estaban.”
Göran Therborn

Un estudiante envía por correo electrónico la pregunta (tantas veces formulada):

¿Por qué se dice que la sociología nace como una ciencia conservadora?

A continuación esbozo una respuesta, muy semejante a la que brindé al estudiante en cuestión. Estoy disconforme con el tono académico, pesado, de la redacción. Pero no se me ocurre nada mejor en este momento.

La imagen cuasi romántica del sociólogo como revolucionario y enemigo del capitalismo, bastante difundida en las décadas del ’60 y ’70 del siglo pasado, sigue conservando cierta vigencia, más allá de que el panorama académico actual esté a años luz tanto del romanticismo como de las revoluciones. Pero dicha imagen no remite solamente al siglo pasado, sino que tiene sus orígenes en una confusión anterior.

En el siglo XIX surgió el marxismo, como alternativa al proyecto teórico y político de la burguesía (proyecto encarnado, sobre todo, en la economía política). Sin entrar en la discusión acerca de sus méritos y deméritos, es innegable que Marx formuló una teoría de la totalidad social, muy diferente a la filosofía política o al individualismo metodológico de los economistas del siglo XIX. Es por ello que varios historiadores de la teoría sociológica incluyen a Marx en el campo de la sociología, ya sea entre los sociólogos clásicos o los sociólogos a secas. Esta inclusión fue, más que cualquier otra cosa, la causa, que fomentó la imagen “revolucionaria” de la ciencia sociológica.

Sin embargo, la sociología se caracterizó desde sus orígenes por la preocupación respecto a la estabilización y consolidación de la sociedad capitalista. Esta afirmación es válida tanto para los precursores y primeros sociólogos (Saint-Simon, Comte, Spencer), como para la denominada sociología clásica (Durkheim, Weber). Lejos de ser una ciencia “revolucionaria”, la sociología fue desde el principio una ciencia “conservadora”

Para comprender mejor la afirmación del párrafo anterior hay que tener presente el contexto histórico en que surge el pensamiento sociológico moderno. El final del siglo XVIII estuvo marcado por el impacto de la “doble revolución” (expresión acuñada por el historiador británico Eric Hobsbawm): la Revolución Industrial en Inglaterra y la Revolución Francesa. Ambos procesos socavaron definitivamente las estructuras del feudalismo y del absolutismo, y aceleraron el ritmo de una serie de cambios que venían siendo experimentados desde el siglo XVI en Europa Occidental.

La Revolución Industrial, cuyo núcleo fue la industria textil, permitió incrementar de manera exponencial la productividad, asestando un golpe mortal a la producción artesanal, base de los viejos gremios medievales. A partir de allí (y se trató de un proceso largo, que culminó recién a mediados del siglo XIX) la incorporación de la maquinaria  y de nuevas fuentes de energía, permitieron que el empresario capitalista obtuviera una ventaja decisiva respecto a otras formas de producción, mucho menos productiva. En este sentido, la Revolución Industrial significó el paso fundamental en la expansión del capitalismo a nivel mundial. La producción de mercancías, el trabajo asalariado y la orientación del proceso económico en torno a la ganancia capitalista se convirtieron en los ejes centrales del proceso económico. Estos cambios consolidaron la posición dominante de la burguesía en la sociedad, pero también dieron origen a una nueva forma de conflicto social: la lucha entre capital y trabajo.

La Revolución Francesa se caracterizó, en esencia, por la transferencia del poder político desde la monarquía, la nobleza y el clero (estamentos privilegiados en el sistema político que dio en llamarse Ancient Regime – Antiguo Régimen -) hacia la burguesía, representó el quiebre definitivo de las viejas formas de dominación política. Así, mientras que el feudalismo se caracterizó por el sometimiento jurídico de los productores a los estamentos dominantes (los trabajadores eran esclavos, siervos, etc.), la Revolución Francesa vino a encarnar el triunfo de la idea de igualdad. A partir de 1789 (y el proceso se desarrolló de un modo no lineal, con avances y retrocesos), las sociedades se caracterizaron por la igualdad jurídica entre sus miembros. Esto implicó el abandono de todas las antiguas formas de justificación de la legitimidad política (por ejemplo, el derecho divino, es decir, la creencia en que Dios había dado a los reyes el derecho a gobernar). Ahora bien, el éxito de la Revolución Francesa en socavar las bases de las formas tradicionales de autoridad (religión, costumbre, etc.) no tuvo su correlato en la instauración de nuevas formas sólidas de autoridad. Por el contrario, la Revolución inauguró un proceso de nuevas luchas, en las que burgueses y trabajadores pugnaron por imponer formas políticas diferentes. Mientras que para los trabajadores la Revolución fue vista como un paso incompleto hacia la concreción de una igualdad que trascendiera el ámbito jurídico y se transformara en igualdad en el plano de los bienes materiales, la burguesía y los sectores conservadores de la sociedad (aquellos asociados a las supervivencias del Ancient Regime) manifestaron desde muy temprano una profunda preocupación por las consecuencias de la Revolución Francesa.

La Revolución industrial y la Revolución Francesa se hallan, pues, en los orígenes de la sociología. Ambos procesos, al erosionar las antiguas formas de producir y de hacer política (y de pensar la producción y la política), generaron un ambiente propicio para el desarrollo de nuevas formas de pensar los procesos sociales. Las viejas respuestas dejaron de ser válidas. En un primer momento, la economía política apareció como la ciencia del “nuevo mundo” capitalista. Pero, si bien los economistas contribuyeron a la comprensión del funcionamiento del mercado y de las formas modernas de producción de mercancías, sus recomendaciones de política económica (el liberalismo del libre cambio) condujeron a un agravamiento del conflicto social, pues los trabajadores se empobrecían en tanto los empresarios acumulaban riquezas. Además, las recurrentes crisis económicas empujaban a sectores de la burguesía y de la pequeña burguesía a las filas del proletariado. El capitalismo triunfante fue acompañado por un fenómeno desconocido hasta ese momento: el agravamiento de la pobreza en condiciones de aumento general de la riqueza social. Todo esto determinó que una parte de los intelectuales europeos buscara una forma diferente de pensar la sociedad, que fuera más allá de los límites de la economía política.

El surgimiento de la sociología obedeció no sólo a la preocupación por las consecuencias económicas y sociales de la expansión del capitalismo; la cuestión del afianzamiento de un nuevo orden político y de nuevas formas de legitimidad fue otra preocupación fundamental a lo largo del siglo XIX. En este punto se produjo una confluencia del pensamiento conservadorasociado al Ancient Regime (sobre todo el pensamiento católico, que veía con horror la secularización de la vida social promovida por la Revolución Francesa y que sentía nostalgia por el feudalismo), y del pensamiento burgués, que observaba con malos ojos la recepción favorable de las ideas socialistas entre los trabajadores. Si bien conservadores y burgueses partían de lugares teóricos diferentes, ambos coincidían en la necesidad de encontrar otras maneras de legitimar el orden social y político, pues, de lo contrario, existía el peligro de que una nueva Revolución pudiera llegar a imponer la abolición de la propiedad privada.

Como quiera que sea, para conjurar el peligro desatado por la Revolución Francesa era necesario ponerse a estudiar las instituciones sociales surgidas de la Revolución Industrial y de la Revolución Francesa. Ese fue el camino recorrido por los primero sociólogos.

La sociología tuvo, por lo tanto, un doble origen. Mejor dicho, en sus comienzos podemos encontrar dos modos diferentes de concebir a la sociedad.

Por un lado, el pensamiento conservador de matriz católica, cuyos exponentes más destacados fueron Louis de Bonald (1754-1850) yJoseph de Maistre (1754-1821):

“El desorden, la anarquía y los cambios radicales que estos pensadores observaron después de la Revolución [Francesa], los llevaron a elaborar en su filosofía conceptos que se relacionaban con el orden y la estabilidad: la tradición, la autoridad, el status, la cohesión, el ajuste, la función, la norma, el símbolo, el ritual, etcétera. En comparación con el siglo XVIII, esto constituía un definido cambio de interés, que se desplazaba del individuo al grupo, de la actitud crítica frente al orden existente a su defensa, y del cambio a la estabilidad social.” (p. 67). (1).

La filosofía conservadora, obligada a refutar al Iluminismo (al que consideraba como causa principal de la Revolución), emprendió una crítica de los principios individualista, reafirmando la primacía de la sociedad sobre el individuo. De este modo, y sin quererlo, dicha filosofía contribuyó al desarrollo de la ciencia moderna de la sociedad. Bonald y de Maistre, al querer revivir el feudalismo, no hicieron otra cosa que aportar un grano de arena a la comprensión de los procesos sociales en un mundo secularizado, dominado por la producción de mercancías.
Por otro lado, autores como Saint-Simon (1760-1825) y Comte (1798-1857), principales figuras de una corriente de pensamiento que consideraba que la Revolución no sólo era irreversible, sino que también había proporcionado las bases materiales para la construcción de un mundo más justo y racional. Saint- Simon y Comte, más allá de las diferencias entre ambos, sostenían que el progreso de la sociedad estaba asociado de modo indisoluble al desarrollo de la ciencia y la tecnología. La industria moderna era la encarnación de ese progreso. Pretender volver al pasado medieval, bajo el pretexto de recuperar el orden perdido a causa de la Revolución, no sólo era imposible sino que significaba clausurar toda posibilidad de mejoramiento de la humanidad.

Saint-Simon y Comte pensaban que la Revolución Francesa rompió las trabas del progreso económico, pero había demostrado ser impotente para garantizar el orden social y político. Era, pues, preciso encontrar una fórmula social capaz de unir orden y progreso. En este punto, el reconocimiento de la necesidad de garantizar el progreso, Saint-Simon y Comte diferían del pensamiento conservador. La investigación sociológica debería tener por objetivo la consolidación de un orden social (el capitalista) que requería de un progreso constante de los medios de producción (ciencia y tecnología).

La tradición de Saint-Simon y Comte fue continuada por los autores de la sociología clásica (Durkheim y Weber). Está claro que hay enormes diferencias entre todos ellos. No obstante, existe una coincidencia fundamental: la sociedad moderna (capitalista) es la mejor forma de organización social, y por tanto tiene que ser preservada frente a los proyectos teóricos y políticos (el socialismo) que se presentan como alternativa a la misma.

Es por todo ello que cabe decir que la sociología nace como una ciencia conservadora. También es una “ciencia de la crisis”. Pero el tratamiento de esta cuestión excede los límites de este trabajo.


Villa del Parque, domingo 9 de febrero de 2014


NOTAS:

(1) Zeitlin, Irving. [1° edición: 1968]. (1997). Ideología y teoría sociológica. Buenos Aires: Amorrortu.

OTRAS LECTURAS:

Gouldner, Alvin. [1° edición: 1971]. (1973). La crisis de la sociología occidental. Buenos Aires: Amorrortu. Desarrolló la tesis sobre la cercanía entre los orígenes de la sociología y el socialismo.

Nisbet, Robert. [1° edición: 1967]. (1977). La formación del pensamiento sociológico. Buenos Aires: Amorrortu. Aquí se encuentra la formulación clásica sobre el origen conservador de la sociología.


Therborn, Göran. [1° edición: 1976]. (1980). Ciencia, clase y sociedad: Sobre la formación de la sociología y del materialismo histórico. Madrid: Siglo XXI. Es recomendable, sobre todo, la lectura del capítulo 3 (La era de la sociología: Entre una revolución y la otra), pues allí es sometida a discusión la tesis del origen conservador de la sociología, enunciada por Robert Nisbet. Therborn desarrolla la tesis siguiente: “La era de la sociología es la era situada entre las revoluciones burguesa y proletaria.” (p. 141). Más preciso: “La sociología apareció como un nuevo enfoque de la política después de las convulsiones de la revolución francesa, y se desarrolló y estableció definitivamente como un intento de enfrentarse a los problemas sociales, morales y culturales del orden económico capitalista, bajo la sombra de un movimiento obrero militante y de una amenaza más o menos inmediata de socialismo revolucionario.” (p. 140-141).

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