jueves, 11 de julio de 2013

EL DESARROLLO EN EL DIA DE LA MARMOTA

EDUARDO GUDYNAS

EL DESARROLLO EN EL DIA DE LA MARMOTA

03 Jul 2013
Las ideas clásicas del desarrollo son cuestionadas una y otra vez, pero vuelven a reaparecer bajo distintos nombres. Parecería que se repiten ciclos en defensa de ciertas ideas, críticas, colapsos, y renacimientos del desarrolo. Por este tipo de fenómenos, para ir más allá de esa permanencia son necesarios cambios culturales.
Al observar el actual debate sobre el desarrollo siempre recuerdo la película “Día de la Marmota”. Es un film notable, estrenado en 1993, donde un periodista, interpretado por Bill Murray, está atrapado en repetir una y otra vez un mismo día. No importa lo que haga o diga, se despierta en la misma fecha, y debe enfrentar los mismos acontecimientos (sobre la película ver…).
Con las ideas sobre el desarrollo está sucediendo algo similar. A lo largo de más de medio siglo se han lanzado duras críticas contra ese cuerpo conceptual, algunas de ellas demoledoras que parecía que enterrarían al desarrollo convencional. Pero al poco tiempo resucitaba, y como en el Día de la Marmota, se reiniciaba la jornada con las creencias en el crecimiento económico o el consumo material. Y de esta manera se repetía un nuevo ciclo de resistencias, críticas y debates.
Las ideas convencionales sobre el desarrollo se consolidaron después de la segunda guerra mundial. Estas se basaban en entenderlo como un crecimiento económico continuado, basado en la apropiación de los recursos naturales, y que se expresaba por fases de creciente complejidad. Las sociedades rurales debeían evolucionar hacia economías industriales, y éstas hacia el consumo y los servicios. De esta manera, el desarrollo era un proceso de progreso económico. A su vez, las naciones industrializadas se convertían en el modelo cultural y política que todos debíamos seguir.
Aquellas primeras ideas fueron duramente cuestionadas en la década de 1960, advirtiéndose que crecimiento y desarrollo son dos conceptos distintos. Las críticas, que insistían en señalar que el desarrollo involucraba otras dimensiones además del mero crecimiento del PBI, se volvieron muy duras. Parecía que el desarrollo como crecimiento moriría, pero resistió el ataque, y regresó triunfante en los años 70.
Una nueva oleada de cuestionamientos se organizó a partir de 1971, advirtiendo que el anhelado crecimiento económico perpetuo era imposible ya que existían límites ecológicos. Fue un ataque a los cimientos del desarrollo como progreso, pero también contra la ceguera de las ciencias económicas en entender la base ecológica de los procesos productivos. Consecuentemente, las reacciones defensivas fueron enérgicas, tanto por derecha y por izquierda, hasta desechar las advertencias ecológicas.
Las posturas políticas tradicionales solo aceptan discutir cómo administrar el desarrollo, en cuestiones como el papel del Estado o del mercado, pero ninguna aceptaba abandonar mitos como los del crecimiento económico. Es así que, las primeras ideas sobre “desarrollo sostenible”, que expresaban críticas sustantivas, fueron capturadas, cooptadas, y recicladas en nuevas variedades, varias de ellas instrumentales al desarrollo convencional.
Algo similar ocurrió con el desarrollo humano. Inicialmente defendida por un grupo crítico y rebelde, quería hacer caer el reinado de las metas economicistas, para volver a poner en primer lugar la calidad de vida de las personas o la erradicación de la pobreza. Los cuestionamientos fueron muy duros también en ese terreno. Pero, el desarrollo convencional nuevamente se adaptó, se ajustó, y así como antes generó el “desarrollo sostenible”, logró cooptar la rebeldía para generar una nueva variedad, el “desarrollo humano”, aceptable y funcional al crecimiento económico.
Muerte y resurrección del desarrollo
Este ciclo se ha repetido varias veces en las últimas décadas. Se inicia una fase de crítica al desarrollo convencional, los cuestionamientos se hacen agudos y parecen que arañan el climax de asestar un golpe mortal a sus bases conceptuales. Pero al poco tiempo, ese desarrollo convencional se adapta, cambia en sus atributos secundarios aunque refuerza sus cimientos conceptuales, y reaparece con nuevas versiones.
Así como en la película “Día de la Marmota”, todas las mañanas se inician con la crítica al desarrollo convencional, y al llegar la noche todos suponemos que esa vieja idea, caduca y fuente de mil problemas, será abandonada. Pero al día siguiente, al despertar, nos encontramos al desarrollo una vez más, posiblemente con un nombre distinto, pero con su misma esencia. Esto ha generado una nutrida galería de desarrollos: sustentable o sostenible, endógeno, a escala humana, local, humano, “otro desarrollo”, etc.
Esta dinámica se acaba de repetir frente a la crítica del Vivir Bien, la que sin duda plantea cuestionamientos que atacan conceptos básicos del desarrollo como crecimiento, materialidad o el utilitarismo con la Naturaleza. Frente a esa crítica, una vez más el desarrollo convencional se adaptó, y sus resultados fueron, en Ecuador, reubicar al Buen Vivir como una forma de socialismo (entendido como un crecimiento económico controlado por el Estado), y en Bolivia, concebirlo como la meta de un “desarrollo integral”.
La repetición de estas muertes y resurrecciones muestran que las ideas del desarrollo son muy resistentes. Han calado profundamente en las más diversas culturas. Seguramente su mayor éxito ha sido invadir China, donde se dicen comunistas pero practican el capitalismo, donde alaban a Confucio pero se disputan el consumismo, donde quieren desembarazarse del campesinado para ser industriales, y donde, para conseguir el crecimiento económico a cualquier costo están dispuestos a vivir sumergidos en la contaminación.
Es cierto que actualmente el desarrollo es una categoría plural, y los hay de muy diversos tipos. Un desarrollo de inspiración neoliberal será muy distinto del que actualmente expresa el progresismo sudamericano, y el estilo chino es diferente de la austeridad económica defendida por Alemania. Pero más allá de esas diversidades, es muy impactante que todos sigan descansando en las mismas ideas básicas. Casi todos aspiran a repetir el progreso material occidental o defienden el mito del crecimiento económico perpetuo. Es, al final de cuentas, un “desarrollo marmota” con el cual despertamos todos los días. La cura para salir de esta repetición ya no está ni en la economía ni la política, sino posiblemente en un cambio cultural radical.
Una versión del presente artículo se publicó en el suplemento en política, ensayo y cultura Ideas, del periódico Página Siete (Bolivia). El sitio del periódico es aquí… y desde allí se puede acceder a los suplementos.

martes, 2 de julio de 2013

SALOMON LERNER: LA TAREA DE LA UNIVERSIDAD Y LA UNIVERSIDAD EMPRESA

La “Universidad empresa”
LA REPUBLICA: Domingo, 30 de junio de 2013

Hemos sostenido que el objetivo prioritario de una genuina institución universitaria es la creación, discusión y difusión del conocimiento. No solo el conocimiento “útil” para el mundo del mercado y la tecnología, sino también aquel que ensancha nuestros horizontes de comprensión, que nos hace más sabios y libres;  ese  saber que cultiva la Filosofía, pero también la Matemática y la Física pura, la Literatura y la Historia, solo por citar algunas disciplinas académicas. Se trata de formas de saber que enriquecen nuestro espíritu a la vez que nos llevan a explorar dimensiones cruciales de la realidad y de la vida del hombre en su dimensión personal y social.
Si bien la instrucción de profesionales competentes es tarea importante para la universidad, el cuidado del pensamiento y de las virtudes ciudadanas resulta fundamental en sus actividades. Estos propósitos han sido particularmente desatendidos en nuestro medio debido, en parte a un lamentable proceso de mercantilización de la formación universitaria iniciado fundamentalmente con el Decreto Legislativo 882 y que permitía la creación de universidades privadas que asumieran como objetivo el lucro.
Duele señalarlo pero muchas de las nuevas universidades adoptaron sus  planes de estudios siguiendo  las exclusivas necesidades del mercado: se ajustó  el tiempo de estudios para hacer la oferta más atractiva a los ojos de potenciales clientes; no se apreció  la necesidad de los Estudios Generales como una etapa crucial de la formación académica y la maduración vocacional; se excluyó todo lo que no fuera “útil” para el ejercicio de la profesión elegida; se fue indiferente a desarrollar todo lo que significara gasto y así, evidentemente, no se abrieron carreras que atrajeran pocos alumnos –Filosofía, Lingüística, Historia, Física, Matemáticas– y consecuentemente no se alentó la existencia de buenas bibliotecas, laboratorios modernos y equipamiento  de calidad.
 Se perdió  así calidad y exigencia al tiempo que hubo un alejamiento de  la dimensión esencial del cultivo de la universalidad del conocimiento y de la expresión de sentido para solo transmitir una estrecha concepción del mundo basada en la competencia de individuos con intereses privados contrapuestos y orientados a  la búsqueda  mayor de productividad material.  Los valores del saber comprometido con la vida buena, la justicia y solidaridad dentro de la sociedad fueron desatendidos quedando entonces el “mercado” como espacio primero e incuestionable de la conducta humana.
Frente a ello hay que decirlo una y otra vez: la universidad ha de ser  escenario para el diálogo intelectual y moral.  Parte sustancial de su quehacer debe aplicarse a examinar y discutir las concepciones del mundo implícitas en nuestras prácticas e intuiciones cotidianas. La imagen de la vida centrada en la competencia y el cálculo costo–beneficio  que identifica el mercado como el espacio medular de la vida social  debe someterse a un debate racional  y moral.  La vida del conocimiento científico y de la acción ciudadana requiere, para su ejercicio cabal, la existencia de formas de cooperación, solidaridad y comunidad que trascienden la lógica de la competencia y del  limitado individualismo. Resulta claro para quienes deseen verlo: la comunidad política y la comunidad científica precisan  ir más lejos del cálculo instrumental; necesitan de un sentido de pertenencia a un proyecto compartido, la búsqueda de valores fundamentales –la verdad, el conocimiento, la justicia– que no se agotan en la lógica de la utilidad. Lo que ha de buscarse es finalmente  formar hombres desarrollados intelectualmente, que sean asimismo sujetos en los que hayan  madurado los afectos y la comprensión de la necesidad de servir a los demás para constituir una sociedad más humana y digna. Ese es el camino que nos realiza como personas y que debe ser ofrecido honestamente por la Universidad a los jóvenes que acceden a ella.

La tarea de la universidad
LA REPUBLICA: Domingo, 23 de junio de 2013

Hace algunas semanas que diversas personalidades del ámbito académico y político han sometido a discusión el tema de la nueva ley universitaria, si es necesaria o no la creación de un ente regulador de la educación superior en el país, o si dicho ente –fruto de una iniciativa del Poder Ejecutivo–  lesionaría sin remedio el principio de autonomía cuya observancia requiere el funcionamiento de toda genuina institución universitaria. Desafortunadamente, no siempre se tiene claro cómo se concibe la universidad y cuál sería su rol en la vida de la sociedad.
Conviene recordar que la universidad tiene como fin esencial la creación, discusión y transmisión del conocimiento. Tanto el conocimiento que puede ser aplicado de manera inmediata en el mundo de la tecnología y en el de la producción como el tipo de saber de las “disciplinas puras” que tienen como objetivo la verdad o la expresión de sentidos, son importantes para una auténtica universidad. La docencia, la investigación y la publicación de textos académicos constituyen los medios a los que recurre la universidad para cumplir con este propósito. Por supuesto, la institución universitaria forma e instruye a futuros profesionales que ingresarán al mundo laboral, un ámbito en el que deberán desenvolverse con lucidez, eficacia y probidad. Pero el compromiso fundamental de la institución universitaria con nuestra sociedad se identifica con la búsqueda de conocimiento y con la formación del espíritu crítico entre sus miembros.
La universidad es un espacio en el que se cultivan las diferentes manifestaciones del saber, diversos métodos y enfoques. Es un lugar en el que se le rinde culto al rigor científico, a la capacidad de argumentar y de crear, y al trabajo con fuentes y evidencias. La razón, y no la fuerza o la arbitrariedad, constituye la pauta para suscribir una perspectiva o tomar una decisión; los consensos se construyen a través del intercambio de razones. Por eso la universidad tiene que ser plural, un lugar para el ejercicio de la tolerancia y el encuentro de las diferencias. Debe admitirse el punto de vista que se sostiene en argumentos consistentes, o que exhiba evidencia. La práctica habitual de gestión del conocimiento en la vida universitaria –en las clases, en los procesos de investigación– consistente en examinar argumentos y admitir los mejores, encierra una profunda lección ética: el rechazo de la violencia, de la manipulación ideológica y del dogmatismo. La apertura a una vida racional, el acoger la diversidad, valorar la crítica y estar atento a las razones de los demás.

La universidad es en cierta forma el espacio de construcción de la conciencia crítica de una sociedad. Una de las grandes tareas de la institución universitaria es pensar el país, sus estructuras e instituciones, las ideas desde las cuales se organizó como tal, los valores que movilizan a sus miembros. Discutir lo que nos importa como comunidad política, promover sentido de ciudadanía y contribuir con el ejercicio de la justicia. El efecto distorsionador de la creciente mercantilización de la educación ha generado que esta importante dimensión de la formación universitaria se torne menos visible ante nuestros ojos. Para muchos promotores de la llamada “universidad–empresa”, de lo que se trata es únicamente de capacitar profesionales funcionales a lo que el sector privado busca. La investigación, la preocupación por el conocimiento en tanto tal, la reflexión sobre nuestra vida comunitaria y la calidad de nuestra democracia desaparecen como elementos relevantes del quehacer universitario. Perder de vista las posibilidades de sentido que entrañan el conocimiento y la ciudadanía tiene un alto precio. En la medida en que las facetas de la vida de la universidad se estrechan y empobrecen, perdemos horizontes de reflexión y de acción para hacer de nuestra sociedad un auténtico recinto de libertad y realización humana.

sábado, 29 de junio de 2013

SALOMON LERNER Y EL DEBATE DE LA NUEVA LEY UNIVERSITARIA

“Urge nueva ley universitaria para terminar con el lucro y el negocio”

Cinthia Velarde. cvelarde@editoraperu.com.pe


Entrevista El exrector de la Pontificia Universidad Católica del Perú Salomón Lerner Febres afirmó que es necesario aprobar norma para convertirlas en un bien público. Apoya la creación de una superintendencia para que vigile el uso adecuado de recursos.

¿Es necesario dar una nueva ley universitaria?

–Es urgente porque la ley vigente, el decreto legislativo dado por el régimen fujimorista, nos ha conducido a una situación deplorable. Por permitir la inversión privada en la educación existen 140 universidades, la mayoría de muy poca calidad educativa, en las que priman el lucro, la renta y se ha acentuado una lucha por el poder.

¿Y hacia dónde debe apuntar la ley?

–La ley universitaria en el Perú debe exigir que haya universidades de calidad comprobada, que otorguen una preparación integral, que estén vinculadas con la realidad nacional y acentúen el aspecto de la investigación.

Y en este aspecto, ¿la Asamblea Nacional de Rectores (ANR) ha sumado o restado?

–En realidad no se ven frutos concretos de su actividad, habiéndose limitado a resolver conflictos que se propiciaban dentro de las propias universidades cuando se pelean para llegar al poder, allí entra a tallar y forma comisiones reorganizadoras... creo que ha olvidado que hay tareas que van más allá de mirar de modo disimulado los problemas.

¿Se deben replantear las funciones de la ANR o debería desparecer?

–Debe quedar como un organismo de coordinación entre rectores, pero sin tener algunas facultades que hoy posee y que no cumple cabalmente. No puede seguir haciendo lo que le venga en gana, abusando de su autonomía.

¿En qué ha fallado, qué facultades no debería tener?

–La ANR no debe autorizar el funcionamiento de universidades porque ha permitido la creación de varias de muy escasa calidad, sin pedir exigencias mínimas respecto a plana docente, estructura física y equipamiento. Se han visto casos de campus que funcionan provisionalmente, los fines de semana, en hoteles; una vergüenza.

¿Está de acuerdo con la creación de una superintendencia para mejorar la calidad de las universidades?

–Sí, porque la superintendencia será una instancia que vigile el uso adecuado de los recursos que se otorgan a las universidades. Eso no es ir contra la autonomía, eso se llama transparencia. Además, debe establecer estándares mínimos y aceptables para que una universidad se pueda llamar universidad en toda la extensión de la palabra.

Entonces, ¿respalda la propuesta que discute la Comisión de Educación?

–No la conozco en detalle, pero los grandes lineamientos son correctos: lograr que la educación universitaria sea entendida como bien público y no como negocio. Ese debe ser el fin fundamental, el punto de partida, y es bueno que el Congreso se aboque al tema de una vez por todas y saque adelante la reforma.

Las protestas contra  norma no se justifican

¿Se justifican las marchas de protesta contra la ley universitaria?

–No, pero si se explican porque la nueva ley cambiaría un estado de cosas que vienen funcionando mal con el consentimiento de muchos. Una universidad que merece llamarse universidad no debería oponerse.

–Pero la ANR insiste en que la ley lesiona la autonomía.

–Eso no es así, son críticas y reclamos que pueden caber en una pancarta, eso no se sustenta.

–Un grupo de alumnos de la Universidad Mayor de San Marcos también se ha plegado a las marchas.

–Abogaría por leer mejor el proyecto y que los rectores que están en contra presenten, de modo razonable, sus objeciones. La propuesta aún está en discusión y todos debemos participar.

¿Ve un apresuramiento en discutir la ley?

–Llegó el momento de discutirla, de ver los pro y contra, porque la situación no da para más. Las universidades no están investigando ni planteando un perfil de estudiantes de calidad, no tienen un rol social de liderazgo. Eso tiene que cambiar.

El otro lado

Fue rector de la PUCP por diez años, desde 1994 hasta el 6 de julio de 2004, período en el que tuvo la responsabilidad de presidir la Comisión de la Verdad y Reconciliación.

Su pasión es enseñar, pero también su familia. Basta con ver su oficina, adornada con innumerables retratos de su esposa, hijos y nietos.

Junto con otros exrectores ha creado el Instituto de Estudios sobre la Universidad y desde hace tres años analizan la problemática de la enseñanza en ese nivel.

Más propuestas


Usted, junto con otros exrectores, ha presentado una propuesta alternativa. ¿En qué consiste?

–Hemos propuesto que las universidades integren el Consejo Nacional de Universidades con autonomía presupuestal, legal y funcional.

¿Y este organismo autónomo sería encargado de calificar a las universidades?


–Sí, sería un organismo independiente y compuesto por nueve miembros elegidos por el Presidente de la República sobre una lista de candidatos propuestos por las academias más reconocidas, el Consejo Nacional de Decanos y por las universidades públicas y privadas más antiguas.

jueves, 27 de junio de 2013

VIVIR BIEN NO MEJOR

CHOQUEHUANCA / Suma Qamaña: Vivir bien, no mejor, la sabiduría aymara
Publicado el 6/27/13 •
CONTRAINJERENCIA


DAVID CHOQUEHUANCA* – El Suma Qamaña (en aymara «Vivir Bien») está basado en la vivencia de nuestros pueblos, un Vivir Bien que significa vivir en comunidad, en hermandad, y especialmente en complementariedad, es decir compartir y no competir, vivir en armonía entre las personas y como parte de la naturaleza.
El Suma Qamaña está reñido con el lujo, la opulencia y el derroche, está reñido con el consumismo. No es lo mismo que el vivir mejor, el vivir mejor que el otro, a costa del otro. No buscamos, no queremos que nadie viva mejor. Queremos que todos podamos vivir bien. Por otra parte, para vivir mejor se enseña a competir, por ejemplo, para ser el mejor alumno del colegio, para vender más, ganar más plata, buscar más lujo a costa de los demás. Robar, atentar contra la naturaleza, mentir, no es Suma Qamaña. Eso posible-mente nos permita vivir mejor, pero no es Suma Qamaña, ya que para el vivir mejor, frente al prójimo, es necesario explotar, se produce una profunda competen-cia, se concentra la riqueza en pocas manos.
Suma Qamaña es basarse en el Ama Sua, Ama Llulla y Ama Qhella, no robarás, no seas flojo, no seas mentiroso, jan k’arimti, jan lunthatampi, jan jairampi, que son sus códigos principales recogidos también por la Constitución Política del Estado Plurinacional. Es fundamental que dentro de las comunidades respete-mos estos principios para lograr el Suma Qamaña.
Saber escuchar y compartir, saber vivir y soñar
El Suma Qamaña tiene cuatro principios fundamentales, los cuales son:
1) El saber escuchar, tiene una importancia enorme, escucharnos entre nosotros, escuchar a la Madre Tierra, a todos los seres, al río, a nuestras aves, sobre todo, a los más humildes. Y el que escucha aprende, cambia, está preparado para servir a su pueblo.
2) Saber compartir es saber distribuir la riqueza de manera equilibrada entre todos, lo que es del pueblo es para el pueblo, en Bolivia, nacionalizando los recursos naturales, que vuelvan a manos del pueblo. Compartir es dejar de competir para complementarse, es saber dar para recibir, es reconocer que todos somos hermanos y tenemos una sola madre, que es la naturaleza, que es Pachamama, que es esta tierra.
3) Saber vivir en armonía y complementariedad como seres humanos, y especialmente con la Madre Tierra.
4) Y saber soñar, sobre cómo defender nuestra identidad, cómo complementarnos de manera equilibrada, para que el más abandonado tenga la posibilidad de compartir la educación, la salud, la convivencia natural y comunal.
Saber alimentarse, saber beber y saber danzar
Entre otros aspectos fundamentales, Suma Qamaña es saber alimentarse, saber combinar las comidas adecuadas a partir de las estaciones del año (alimentos según la época). Alimentarse bien en base a la práctica de los ancestros, que se alimentaban con un determinado producto durante toda una estación, garantiza la salud.
Tenemos que saber beber, en nuestras comunidades tenemos verdaderas fiestas que están relacionadas con las épocas del año. Cada fiesta tiene un significado y el alcohol está presente en la celebración, pero se lo consume sin exagerar o lastimar a alguien. No es ir a unas cantinas y envenenarnos con cerveza y matar las neuronas.
Vivir Bien es saber danzar, no simplemente saber bailar. La danza se relaciona con hechos concretos como la cosecha o la siembra. Las comunidades continúan honrando con danza y música a la Pachamama, principalmente en épocas agrícolas, aunque las danzas originarias sean consideradas como expresiones folclóricas en las ciudades.
Saber comunicarse y saber trabajar
Suma Qamaña es saber comunicarse. En el Estado Plurinacional se pretende retomar la comunicación que existía en las comunidades ancestrales. El diálo-go es el resultado de esta buena comunicación. Tenemos que comunicarnos como lo hacían antes nuestros padres, y como resolvían los problemas sin que se presenten conflictos, ya que más que resolver (conflictos), buscamos reconstruir (el equilibrio) para lograr una solución comunal que permita la reconstrucción de la armonía de la comunidad y como parte de la madre naturaleza.
A diferencia del capitalismo, donde se paga para trabajar, en el Estado Plurinacional se retoma el pen-samiento ancestral de considerar el trabajo como felicidad y fiesta. Por ser parte del crecimiento de la persona, en nuestra cultura trabajamos desde niños.
En el Suma Qamaña, el trabajo es felicidad, desde el niño hasta el abuelo. Trabajar es aprender a crecer, es como respirar o caminar. No conocemos persona ni nadie viviendo y gozando del trabajo ajeno. No trabajar y explotar al prójimo posiblemente nos permita vivir mejor, pero eso no es Suma Qamaña.
Más allá del socialismo, lo más importante es la vida
A nosotros, nos han ofrecido dos caminos, un camino que va por el lado del capitalismo, donde lo más importante es la plata, la obtención de la plusvalía, la ganancia, la vida no importa, no interesan las personas. Por otro lado, el socialismo busca la satisfacción de las necesidades cada vez más crecientes, tanto materiales como espirituales, del ser humano.
En el Suma Qamaña lo más importante no es el ser humano y menos la plata; lo más importante es la vida. Yendo más allá del socialismo, todo está en función de la vida. El ser humano está en segundo lugar, primero están las hormigas, las mariposas, el agua, los ríos, las piedras, los árboles, los cerros, la luna, las plantas, los animales. Después estamos nosotros.
Somos parte de la naturaleza, somos naturaleza
Los seres humanos somos una parte «nomás» del cosmos, de la naturaleza, no somos el centro, sino simplemente una pequeñita parte. No nos toca buscar una vida armónica entre el ser humano y la naturaleza, ya que somos parte de la naturaleza, somos naturaleza. Cuando decimos «ser humano y naturaleza» lo separamos de la naturaleza.
Llamada tumpa en aymara, la responsabilidad de la comunidad es cuidar a sus miembros y su entorno, de manera que cada uno cuidamos la salud y el bienestar de todos y todo sin que falte nadie. Siempre nos preocupamos, nos vigilamos, nos estamos curioseando.
En el Suma Qamaña, todos y todo nos podemos sentir bien, disfrutar plenamente una vida basada en códigos que han resistido por más de 500 años. Son la identidad que nos han legado nuestros abuelos, el equilibrio, la complementariedad y el consenso, que todos están relacionados con el Suma Qamaña. Al otro lado está la dignidad, la justicia, la libertad y la democracia, que todos están relacionados con el vivir mejor.
En otro orden de cosas, la construcción de un Vivir Bien para contrarrestar la Crisis Global, significa acabar con el consumismo, el derroche y el lujo, consumir nomás lo necesario, bajando la palanca económica global hasta niveles de producción y consumo de energía que la salud y los recursos del planeta permitan.
Para lograrlo, se requiere que cambien ante todo los países del Norte. Deben asumir su responsabilidad de los daños, parar el cambio climático y la sobreexplo-tación de los recursos naturales, y enfrentar el agotamiento irrevocable de la materia y la energía. Deben pagar la «deuda ecológica» en vez de que los países del Sur paguen la deuda externa, y no solamente con los países del Sur sino con todos los países del mundo.
A las familias del otro polo de la sociedad que sólo buscan lujos a cambio de que millones y millones no tengan posibilidades de vivir bien, que gastan millones de dólares en cómo adelgazar, en combatir la obesidad, mientras millones mueren de hambre cada año y la salud del planeta se agrava, a estas familias hay que persuadirles a que abandonen el lujo y el exceso de consumo, que no piensen solamente en la plata, en acumular capital, sino que piensen en los demás, en la humanidad, en el planeta, en la Madre Tierra.
Por la gravedad del fenómeno, todas las economías occidentales deben inmediatamente dar un giro radical en su rumbo. Deben iniciar las transformaciones estructurales necesarias para sustituir los actuales modelos de desarrollo basados en la mercancía, en la explotación irracional de la humanidad y los recursos naturales, en el derroche de energía y en el consumismo. En un período relativamente corto, deben abandonar la industrialización y la fe en el desarrollo, así como, también, curar su adicción a soluciones técnicas de gran escala. Iniciar cambios locales, regionales y globales hacia modelos que priorizan la vida, la armonía y la complementación entre los seres humanos y con la naturaleza.
En la construcción del Vivir Bien, nuestra riqueza económica y espiritual está directamente ligada al respeto a la Madre Tierra y al uso respetuoso de las riquezas que ella nos quiere entregar. La única alternativa para el mundo en esta Crisis Global, la única solución a las crisis de la naturaleza, es que los seres humanos reconozcamos que somos parte de la Madre Naturaleza, que necesitamos restablecer las relaciones complemen-tarias, de respeto mutuo y de armonía con ella.
Suma Qamaña (aymara) = Sumak Kawsay (quechua) = Vivir Bien (castellano).
*Canciller del Estado Plurinacional de Bolivia

miércoles, 26 de junio de 2013

NICOLAS LYNCH DEBATE LA LEY UNIVERSITARIA

LA AUTONOMIA UNIVERSITARIA
12/06/2013 Otra Mirada al Dìa
Por Nicolás Lynch

Vivimos en estos días uno de esos momentos altos en el espasmódico debate sobre la Universidad Peruana.
Una vez más el intercambio está mal planteado, no se trata de una ANR heroica que defiende la autonomía universitaria contra un anteproyecto malvado que busca intervenir las universidades, no.
El asunto de fondo es la monumental crisis por la que atraviesa la Universidad Peruana, toda, la pública y la privada, por una causa central: el abandono del Estado. Este abandono ha permitido una hipertrofia del conjunto, multiplicándose las universidades por quince y los estudiantes por treinta y respondiéndose a la demanda por educación superior sin proyecto y sin recursos. Dos han sido los actores en este proceso, los políticos irresponsables que han creado universidades públicas para mantener contenta a su clientela electoral y los amantes del negocio rápido que han encontrado en esta actividad un filón más para hacer plata. El resultado es la tragedia que vivimos, salvo contadísimas excepciones hoy no se enseña, ni se investiga, ni menos se proyecta la universidad a la sociedad. Simplemente se vegeta.
La crisis ha sido drásticamente empeorada quince años atrás con el decreto legislativo de la dictadura de Fujimori y Montesinos sobre la inversión privada en la educación, que permitió la creación de las universidades-empresa. Nadie sabe cuántas son: cincuenta, setenta, noventa; pero se han multiplicado con la velocidad del afán de lucro, introduciendo un nuevo factor a la crisis comentada, el de la mercantilización de la educación superior. Por algo estaban prohibidas en el país y lo están en la mayor parte del mundo. Me refiero a la incompatibilidad entre la creación de conocimientos, función primordial de la universidad y el objetivo de la ganancia, natural en quien pone una empresa.
Ahora, nos seguimos enfrentando a la necesidad de reformar la Universidad para que vuelva a servir a sus fines de enseñanza, investigación y proyección social. En este empeño, un punto primordial es la autonomía universitaria para que la institución pueda, efectivamente cumplir sus fines antedichos. La autonomía es tan vieja como la Universidad y está relacionada con la necesidad de contar con una institución lo suficientemente independiente para que pueda debatir los problemas, crear conocimiento y opinar sobre el desarrollo de nuestras sociedades. 
Sin embargo, el actual concepto de autonomía data de la reforma de Córdoba de 1918  y se entiende como autonomía frente al Estado Oligárquico que impedía el desarrollo de la Universidad.  A esta realidad corresponde la Asamblea Nacional de Rectores (ANR), organismo coordinador que es más representante de un colegiado que una autoridad del sistema. La realidad de la reforma de Córdoba ya no existe más y la Universidad ya no está, necesariamente, confrontada con el Estado, sino que debería buscar ser parte de la construcción de una sociedad democrática. Por lo tanto, su autonomía no puede significar autarquía. Esto último ha permitido, en especial por el deterioro de los últimos años, que en las universidades públicas se desarrollen mafias expertas en usufructuar las pobrezas universitarias y que en las privadas proliferen las “universidades garajes” con carreras de “tiza y pizarra” para esquilmar la ingenuidad de la creciente demanda por educación superior. La ANR ha fracasado en cualquier empeño de poner orden en este concierto.
De allí que en el debate de los últimos años se desarrollara la idea de un organismo supra universitario, por encima de las universidades individuales pero como parte del conjunto, que se constituyera como autoridad del sistema. Así, con otros académicos hemos planteado en muchas oportunidades la necesidad de un Consejo Nacional Universitario, que surgiera como propuesta de las universidades más antiguas y los colegios profesionales, para ser ratificado por el Congreso de la República. De manera tal que tuviera un origen universitario y profesional y contara con una ratificación democrática. Este Consejo debería cumplir con las funciones de la coordinación, autorización de funcionamiento y evaluación universitarios. En resumen, un organismo que pudiera dar la calidad que las universidades individuales, desafortunadamente, no se pueden dar.
El error del actual anteproyecto en discusión es el origen y la composición de lo que llama “autoridad nacional universitaria”. Primero, señala que esta autoridad debe ser nombrada por el Poder Ejecutivo, soslayando al Congreso de la República que es el órgano deliberativo más importante. Y segundo, pone en la composición a delegados de la CONFIEP, el MEF y el Ministerio de Educación. Es decir, desnaturaliza la propuesta anterior dándole un carácter privatista y autoritario, porque de esta manera difícilmente se podrá conducir a la Universidad Peruana por un camino distinto al modelo económico dominante o al que tenga el gobierno de turno. En este sentido, tienen razón los críticos cuando dicen que atenta contra la autonomía universitaria, porque deja el ámbito propio de la universidad para introducir intereses ajenos al quehacer académico, como son los del dinero y el poder político.
Hay necesidad de una nueva ley universitaria que acometa la tarea de la reforma en los tiempos actuales. Hay necesidad también de una autoridad del sistema universitario, pero que sea universitaria, sin injerencia –más allá de la ratificación democrática del Congreso- de poderes externos a la universidad que quieren terminar de devorarla para avanzar sus fines subalternos.



Lynch cuestiona a Mora por plantear que Ejecutivo nombre a los de Superintendencia Universitaria

17-06-2013

Ideeleradio.pe | Lima - Perú | 1 Comentarios

Exministro sostuvo que la norma violaría la autonomía universitaria. 

 

ANR es un sindicato de rectores que se mira el ombligo 

Ideeleradio.- El congresista Daniel Mora, presidente de la Comisión de Educación, se equivoca al proponer que sea el Ejecutivo quien nombre a los miembros de la Superintendencia Nacional Universitaria porque se viola la autonomía universitaria, afirmó el exembajador Nicolás Lynch Gamero.
“Esta ley [universitaria] en buena medida atiende estos problemas en cuanto a estructura académica, a la investigación, al gobierno de universidad, la hace más ágil y democrática. Sin embargo, tiene un grave problema que es esta instancia suprauniversitaria, que se ha creado para crear, cerrar, evaluar y ser última instancia contenciosa administrativa por encima de las universidades”, explicó en el programa No Hay Derecho de Ideeleradio.
“Digo que es un problema y no por la existencia de una entidad suprauniversitaria, porque ya la considerábamos y no se le ha ocurrido a Daniel Mora. Señalamos que la Asamblea de Rectores no funciona, que es un sindicato de rectores que se mira el ombligo, y hay necesidad de una instancia, pero que surja de la universidad. Mora quiere que nombre el Poder Ejecutivo, ahí sí se equivoca, eso es lo que viola la autonomía universitaria. Ahora en el caso que se aprobara cada gobierno tendría su propia superintendencia. Se viola por todas partes la autonomía”, aseveró.

Hay un falso debate en torno a ley universitaria 

No obstante, consideró que hay un falso debate en torno a la ley universitaria porque no se trata de una Asamblea Nacional de Rectores que defiende la autonomía y de una malvada Comisión de Educación del Congreso de la República que la ataque.
“Ese no es el debate. Además, no es tampoco de los últimos tiempos, diría yo que en la última década y más se ha dado un debate importante sobre la necesidad de cambiar la universidad peruana, donde la ley es un punto de partida. Lo hicimos Javier Sota [Nadal] y yo como ministros de Educación que formamos comisiones que hicieron sendos diagnósticos sobre la realidad universitaria”, opinó.

“Redacté un anteproyecto de ley universitaria, el anterior a este, del cual este proyecto presentado por el congresista Mora recoge como un 70% aproximadamente. Se planteaba que las privadas más antiguas, las públicas más antiguas, y los colegios profesionales presentaran ternas al Congreso de la República que se escogiera y el Poder Ejecutivo uno. Entonces teníamos siete, y un consejo que surgiera de la universidad iba a tener la legitimidad para hacerle seguimiento y evaluarla”, subrayó.

MANUEL BURGA DEBATE SOBRE LA NUEVA LEY UNIVERSITARIA

Exrector de UNMSM: No creo que Congreso apruebe nueva ley universitaria

24-06-2013

Ideeleradio.pe | Lima - Perú | 0 Comentarios

Manuel Burga comentó así las declaraciones del congresista Daniel Mora, quien dijo esperar que el dictamen se apruebe antes del 5 de julio próximo.

Tema es de pronóstico reservado 

Ideeleradio.- El resultado del debate del proyecto que plantea una nueva ley universitaria es de pronóstico reservado, pero yo creo que será difícil que se apruebe en el Congreso, estimó el exrector de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Manuel Burga, tras considerar que la iniciativa introduciría cambios importantes en la educación universitaria, sobre todo las que son públicas.
Fue al comentar las declaraciones del presidente de la Comisión de Educación del Congreso, Daniel Mora, quien días atrás expresó su confianza en que el dictamen sea aprobado antes del 5 de julio próximo por el Pleno del Legislativo.
“Mi pronóstico es reservado. No creo que salga la ley universitaria, pero de salir va a producir cambios importantes, sobre todo en la [universidad] pública, donde el Gobierno tiene una responsabilidad directa de la inversión pública de los fondos públicos de los ciudadanos que se pagan a través de los impuestos”, declaró en el programa No Hay Derecho de Ideeleradio.
“Mi pronóstico es que va a ser muy difícil [de que se apruebe] el texto sustitutorio, el dictamen que se encuentra en discusión tiene 16 capítulos y se han aprobado solamente cinco capítulos y el próximo 5 de julio termina la legislatura, entonces va a ser bastante difícil que se apruebe y produzca un cambio en el sistema universitario; lo cual va a ser una pena”, estimó.

Se movilizan para que nada cambie 

En otro momento, indicó que las movilizaciones y protestas de los estudiantes y de rectores de las universidades contra nueva ley universitaria son para que nada cambie. Cuestionó que las universidades públicas estén dominadas por bloques y dirigidas por grupos clientelistas.
“Yo creo que todas estas movilizaciones es para que nada cambie y no creo que la situación de la universidad es para que nada cambie, estamos lejos de las universidades latinoamericanas, estamos lejos de los estándares de calidad, estamos lejos de los estándares de calidad, las universidades buenas privadas y públicas están asediadas por la mercantilización de la educación”, explicó.
“Fíjese 35 universidades públicas sin que haya una norma que permita manejarlas mejor, que haya gerencias públicas, exigentes, eficaces y con metas concretas que abran las puertas a las universidades a la calidad a los profesionales de calidad, para que puedan ingresar y modificar el sistema, ahora las universidades públicas están cerradas y dominadas por grupos clientelistas y eso debería terminar”, aseveró.

Propuesta busca mejorar calidad de universidades 

Finalmente, consideró que la Comisión de Educación, Juventud y Deportes del Congreso busca mejorar a través de esta norma la calidad educativa de las casas de estudio superior. Dijo que antes de oponerse a la norma habría esta ser está bien analizada.
“Yo entiendo que la Comisión de Educación quiere hacer un aporte de una norma de calidad, para fomentar una calidad, me parece que es la intención del presidente de esta comisión, pero lógicamente el cambio viene de afuera de la universidad, viene del Congreso de la República y cada vez que ha venido desde afuera siempre ha habido una gran resistencia de las universidades, resistencia política fundamentalmente, resistencia a que no los toquen, pero se ha vuelto una resistencia principista”, subrayó.
“Yo diría primero que creo que hay leer bien la norma universitaria nueva que se he propuesto, es una norma que tiene 16 capítulos y se han aprobado recién cinco capítulos. Esta ley por la intención, por el estudio introductorio y por el articulado es muy rica y tiene muchas posibilidades de aportar al sistema educativo universitario público y privado”, concluyó.

Burga: Rector de UNMSM rechaza ley porque desplaza clientelismo en elección de autoridades

24-06-2013

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Exrector de la decana de América, Manuel Burga Díaz, cuestionó la movilización encabezada por el rector Pedro Cotillo. 

Habría votación universal 

Ideeleradio.- El rector de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM), Pedro Cotillo, organizó una movilización contra el proyecto de nueva ley universitaria porque dicha norma buscaría acabar las formas clientelistas de elegir a las autoridades de las casas de estudio, a través del voto universidad, sostuvo el ex rector de la decana de América, Manuel Burga Díaz.
Fue al comentar la movilización que realizaron días atrás cientos de estudiantes, docentes y autoridades de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM) encabezada por su rector, Pedro Cotillo hasta el Congreso de la República para entregar un pedido para suspender el debate de la nueva Ley Universitaria.
“El argumento para que haya una votación universal, para que la votación universal sea ponderada en los tercios que corresponden en la actualidad, es porque lo que se quiere es desplazar a esas formas clientelistas de agruparse en el gobierno [de las universidades] y San Marcos es un ejemplo paradigmático de eso. Entonces, claro los que van a sentirse afectados organizan sus demostraciones, sus movilización y sus marchas”, declaró en el programa No Hay Derecho de Ideeleradio.
“Me parece que en general los estudiantes en general no tienen la actitud del estudiante chileno que pide una mejor calidad y los rectores no tienen la actitud de los rectores tradicionales que hubo en el Perú en el siglo XIX. Yo creo que los rectores deberían estar preocupados en los beneficios que hay para la educación superior universitaria y técnica la nueva norma”, acotó.
Como se recuerda, el viernes último cientos de estudiantes, docentes y autoridades de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM) realizaron una movilización hasta el Congreso de la República para protestar contra el nuevo proyecto de Ley Universitaria.

Rectores temen perder sus puestos 

En otro momento, indicó que las autoridades universitarias y las que integran la Asamblea Nacional de Rectores (ANR) se escudan en el tema de una supuesta violación de la autonomía universitaria porque no quieren perder sus puestos. Subrayó, en ese sentido, que el proyecto que prevé la creación de una superintendencia no afecta la independencia de estos centros superiores de estudios.
“Yo no creo que haya una violación de la autonomía, a mí me parece que la intención no es una intención intervencionista, sino el de mejorar la calidad. El otro punto importante es la elección de autoridades para el voto universal ponderado de los docentes y los alumnos para constituir a los órganos universitarios y para elegir a las autoridades. Es decir, hay algunos cambios, obviamente los cambios traen riesgos, pero yo no creo que los rectores y los decanos deban preocuparse tanto, porque ellos han ganado su sitial y, probablemente, en una votación universal sean reelegidos”, expresó.

“¿Porque tanto revuelo?, por una razón sencilla. La ley en sus artículos finales y complementarios y las disposiciones transitorias finales dispone que las autoridades actuales cesan en su mandato y se eligen los nuevos comités electorales que van a formar los nuevos órganos de gobierno que elegirán sus nuevas autoridades, lógicamente nadie quiere perder su puesto, igualmente es la ANR que tampoco quiere desaparecer, entonces se escudan detrás de la autonomía”, concluyó.

SINESIO LÒPEZ DEBATE SOBRE LA LEY UNIVERSITARIA

LA DEMOCRACIA DE LAS MAFIAS
LA REPUBLICA
Jueves, 30 de mayo de 2013 | 4:30 am
Sinesio Lòpez Jimènez
Las recientes elecciones sanmarquinas para elegir a los miembros de la Asamblea Universitaria y de los Consejos de Facultad muestran una vez más la deformación y el agotamiento de la reforma de Córdoba y la necesidad de una nueva ley de reforma universitaria. La reforma de Córdova postulaba la apertura de la universidad oligárquica a las clases medias y populares, la participación democrática de los estudiantes en el gobierno de las universidades o el cogobierno,  la implantación de la docencia libre y la asistencia libre y la autonomía de la Universidad, entendida como institución de los alumnos, profesores y diplomados. 
A partir de los 60 del siglo pasado  la apertura democrática se tradujo en masificación que conllevó, a su vez, el práctico abandono económico de la universidad pública por parte del Estado dando lugar a la mediocrización académica y a la anarquía. La democracia universitaria ha degenerado. Se mantienen las formalidades democráticas, pero ellas no expresan la voluntad de la comunidad universitaria sino que constituyen mecanismos perversos para consolidar el poder de pequeños grupos que asumen comportamientos mafiosos para mantenerse en él.
El Comité electoral es nombrado formalmente por la Asamblea universitaria (que ya era producto de un fraude cometido en la elección anterior (2010) contra la Facultad de Medicina), pero en realidad es designado por el pequeño grupo que controla el poder. Su comportamiento es arbitrario y fraudulento con las listas opositoras y parcializado con las listas oficialistas. El proceso electoral es injusto e inequitativo. Las listas oficialistas reciben todo el apoyo de las autoridades universitarias. Estas usan el poder y los recursos de la universidad para tentar con prebendas, prometer ascensos, ofrecer pequeños cargos, comprar votos.
El clientelismo es reforzado con el autoritarismo ejercido contra la oposición de profesores y estudiantes. Se abren procesos administrativos a los profesores y se amenaza con el reglamento de sanciones a los estudiantes que protestan. Como si todo esto fuera poco, la votación no está exenta de fraudes: eliminación de mesas electorales (2010), violación del debido proceso en la elección de los profesores principales en la facultad de Ciencias Sociales, por ejemplo. 
El tercio estudiantil no expresa tampoco la voluntad de los estudiantes. La lista oficialista es organizada por operadores apoyados y financiados por las autoridades universitarias. Los estudiantes aún no han logrado formar una organización centralizada que les permita presentar una lista propia y autónoma que los represente. Eso explica que (en la elección para la asamblea universitaria) ganen los votos blancos, nulos y viciados con el 60.97% de los votantes (24,700) y que la lista oficialista “ganadora” sólo obtenga el 28.88%. Es parecido el resultado en el Consejo Universitario: los votos blancos, nulos y viciados ganan con el 62.45% y la lista oficialista “ganadora” obtiene sólo el 28.79% de los votos.
Pese al proceso electoral injusto y al fraude electoral, la oposición profesoral y estudiantil obtuvo una alta representación en la Asamblea universitaria y ganó  en casi una decena de facultades. En estos casos las autoridades mafiosas apelan a triquiñuelas y arbitrariedades para impedir las elecciones de los decanos y la cúpula universitaria nombra decanos a dedo, ilegales, ilegítimos e impresentables. 


Entre las mafias y el pensamiento único
LA REPUBLICA
Jueves, 13 de junio de 2013 | 4:30 am
Sinesio Lòpez Jimènez

Si la autonomía universitaria pudiera personificarse y hablar en medio de la actual confusión general diría con razón a varios representantes de las universidades públicas y privadas: No me defiendas compadre. Las mafias de algunas universidades públicas defienden la autonomía universitaria. Lo mismo hacen algunas camarillas enquistadas por años, como si fueran imprescindibles, en algunas universidades asociativas (sin fines de lucro). No se quedan atrás en esa defensa varias universidades societarias (con fines de lucro), de pésima  calidad  e interesadas  solo en el negocio educativo.  Para bien de la autonomía universitaria, felizmente han levantado la voz (también para defenderla) algunas universidades  públicas y privadas asociativas (y profesores) de calidad y de prestigio académico.
Reconozco que el concepto “autonomía universitaria” ha sido estirado hasta la ambigüedad y la confusión y el debate ha sido descontextualizado. Discutimos ahora (en un Estado de derecho al menos normativamente) como si estuviéramos en los años 20 (durante el Estado oligárquico, patrimonial y excluyente). La autonomía universitaria  ¿es absoluta o relativa?, ¿es parcial o es total?, ¿es respecto de los gobiernos o del Estado unitario?, ¿se basa en una situación real (como los estados federales) o es una ficción jurídica (como el BCR)?, ¿se refiere a lo nacional o a lo global?  
No me puedo extender en las respuestas, pero sostengo que la autonomía universitaria es relativa, parcial, se refiere principalmente a los gobiernos y es una ficción jurídica.  La autonomía universitaria se refiere al libre desarrollo de las actividades académicas y de investigación, a la libertad de pensamiento  y a la gestión y administración transparente y democrática de esas actividades. Nada más. ¿Se puede hablar de autonomía económica en universidades cuyos fondos vienen principalmente del Estado y sobre los cuales tienen que rendir cuentas? Tengo la impresión que muchas universidades privadas demandan autonomía para no pagar impuestos. Hay que reconocer que nuestras universidades están en transición de lo nacional a lo global, que la ciencia y la tecnología no tienen patria, pero que están obligadas a impulsar un pensamiento autónomo.
Las universidades no son espacios virtuales, ellas ocupan un territorio y tienen autoridades estatales que ejercen jurisdicción sobre él. De eso no pueden escaparse. En esa medida tienen que ocupar un lugar en el Estado. ¿Cuál es ese lugar?  Sin duda, el espacio educativo.
Eso no significa que ellas tienen que someterse al Ministerio de Educación (perdiendo autonomía) sino que tienen que  coordinar con él, como lo señalan algunos proyectos al respecto. Esa coordinación supone dos cosas. Primero, definir a las universidades como un sistema y segundo, que ellas y los colegios profesionales (que son su producto) propongan ternas para que el Poder Legislativo (no el gobierno) elija entre ellas y se forme de ese modo el Consejo Nacional de Universidades. La ANR (integrada por gente honorable, pero también por impresentables) debe desaparecer.

El error fundamental de la Comisión parlamentaria de educación es pretender liberar a las universidades de las mafias y camarillas a través de los representantes del pensamiento único neoliberal (MEF y CONFIEP) y del nombramiento por el gobierno de los integrantes de la llamada Autoridad Nacional Universitaria. Eso viola  doblemente la autonomía. Es, en cambio, un acierto la elección de las autoridades universitarias mediante el sufragio universal.