miércoles, 26 de junio de 2013

SINESIO LÒPEZ DEBATE SOBRE LA LEY UNIVERSITARIA

LA DEMOCRACIA DE LAS MAFIAS
LA REPUBLICA
Jueves, 30 de mayo de 2013 | 4:30 am
Sinesio Lòpez Jimènez
Las recientes elecciones sanmarquinas para elegir a los miembros de la Asamblea Universitaria y de los Consejos de Facultad muestran una vez más la deformación y el agotamiento de la reforma de Córdoba y la necesidad de una nueva ley de reforma universitaria. La reforma de Córdova postulaba la apertura de la universidad oligárquica a las clases medias y populares, la participación democrática de los estudiantes en el gobierno de las universidades o el cogobierno,  la implantación de la docencia libre y la asistencia libre y la autonomía de la Universidad, entendida como institución de los alumnos, profesores y diplomados. 
A partir de los 60 del siglo pasado  la apertura democrática se tradujo en masificación que conllevó, a su vez, el práctico abandono económico de la universidad pública por parte del Estado dando lugar a la mediocrización académica y a la anarquía. La democracia universitaria ha degenerado. Se mantienen las formalidades democráticas, pero ellas no expresan la voluntad de la comunidad universitaria sino que constituyen mecanismos perversos para consolidar el poder de pequeños grupos que asumen comportamientos mafiosos para mantenerse en él.
El Comité electoral es nombrado formalmente por la Asamblea universitaria (que ya era producto de un fraude cometido en la elección anterior (2010) contra la Facultad de Medicina), pero en realidad es designado por el pequeño grupo que controla el poder. Su comportamiento es arbitrario y fraudulento con las listas opositoras y parcializado con las listas oficialistas. El proceso electoral es injusto e inequitativo. Las listas oficialistas reciben todo el apoyo de las autoridades universitarias. Estas usan el poder y los recursos de la universidad para tentar con prebendas, prometer ascensos, ofrecer pequeños cargos, comprar votos.
El clientelismo es reforzado con el autoritarismo ejercido contra la oposición de profesores y estudiantes. Se abren procesos administrativos a los profesores y se amenaza con el reglamento de sanciones a los estudiantes que protestan. Como si todo esto fuera poco, la votación no está exenta de fraudes: eliminación de mesas electorales (2010), violación del debido proceso en la elección de los profesores principales en la facultad de Ciencias Sociales, por ejemplo. 
El tercio estudiantil no expresa tampoco la voluntad de los estudiantes. La lista oficialista es organizada por operadores apoyados y financiados por las autoridades universitarias. Los estudiantes aún no han logrado formar una organización centralizada que les permita presentar una lista propia y autónoma que los represente. Eso explica que (en la elección para la asamblea universitaria) ganen los votos blancos, nulos y viciados con el 60.97% de los votantes (24,700) y que la lista oficialista “ganadora” sólo obtenga el 28.88%. Es parecido el resultado en el Consejo Universitario: los votos blancos, nulos y viciados ganan con el 62.45% y la lista oficialista “ganadora” obtiene sólo el 28.79% de los votos.
Pese al proceso electoral injusto y al fraude electoral, la oposición profesoral y estudiantil obtuvo una alta representación en la Asamblea universitaria y ganó  en casi una decena de facultades. En estos casos las autoridades mafiosas apelan a triquiñuelas y arbitrariedades para impedir las elecciones de los decanos y la cúpula universitaria nombra decanos a dedo, ilegales, ilegítimos e impresentables. 


Entre las mafias y el pensamiento único
LA REPUBLICA
Jueves, 13 de junio de 2013 | 4:30 am
Sinesio Lòpez Jimènez

Si la autonomía universitaria pudiera personificarse y hablar en medio de la actual confusión general diría con razón a varios representantes de las universidades públicas y privadas: No me defiendas compadre. Las mafias de algunas universidades públicas defienden la autonomía universitaria. Lo mismo hacen algunas camarillas enquistadas por años, como si fueran imprescindibles, en algunas universidades asociativas (sin fines de lucro). No se quedan atrás en esa defensa varias universidades societarias (con fines de lucro), de pésima  calidad  e interesadas  solo en el negocio educativo.  Para bien de la autonomía universitaria, felizmente han levantado la voz (también para defenderla) algunas universidades  públicas y privadas asociativas (y profesores) de calidad y de prestigio académico.
Reconozco que el concepto “autonomía universitaria” ha sido estirado hasta la ambigüedad y la confusión y el debate ha sido descontextualizado. Discutimos ahora (en un Estado de derecho al menos normativamente) como si estuviéramos en los años 20 (durante el Estado oligárquico, patrimonial y excluyente). La autonomía universitaria  ¿es absoluta o relativa?, ¿es parcial o es total?, ¿es respecto de los gobiernos o del Estado unitario?, ¿se basa en una situación real (como los estados federales) o es una ficción jurídica (como el BCR)?, ¿se refiere a lo nacional o a lo global?  
No me puedo extender en las respuestas, pero sostengo que la autonomía universitaria es relativa, parcial, se refiere principalmente a los gobiernos y es una ficción jurídica.  La autonomía universitaria se refiere al libre desarrollo de las actividades académicas y de investigación, a la libertad de pensamiento  y a la gestión y administración transparente y democrática de esas actividades. Nada más. ¿Se puede hablar de autonomía económica en universidades cuyos fondos vienen principalmente del Estado y sobre los cuales tienen que rendir cuentas? Tengo la impresión que muchas universidades privadas demandan autonomía para no pagar impuestos. Hay que reconocer que nuestras universidades están en transición de lo nacional a lo global, que la ciencia y la tecnología no tienen patria, pero que están obligadas a impulsar un pensamiento autónomo.
Las universidades no son espacios virtuales, ellas ocupan un territorio y tienen autoridades estatales que ejercen jurisdicción sobre él. De eso no pueden escaparse. En esa medida tienen que ocupar un lugar en el Estado. ¿Cuál es ese lugar?  Sin duda, el espacio educativo.
Eso no significa que ellas tienen que someterse al Ministerio de Educación (perdiendo autonomía) sino que tienen que  coordinar con él, como lo señalan algunos proyectos al respecto. Esa coordinación supone dos cosas. Primero, definir a las universidades como un sistema y segundo, que ellas y los colegios profesionales (que son su producto) propongan ternas para que el Poder Legislativo (no el gobierno) elija entre ellas y se forme de ese modo el Consejo Nacional de Universidades. La ANR (integrada por gente honorable, pero también por impresentables) debe desaparecer.

El error fundamental de la Comisión parlamentaria de educación es pretender liberar a las universidades de las mafias y camarillas a través de los representantes del pensamiento único neoliberal (MEF y CONFIEP) y del nombramiento por el gobierno de los integrantes de la llamada Autoridad Nacional Universitaria. Eso viola  doblemente la autonomía. Es, en cambio, un acierto la elección de las autoridades universitarias mediante el sufragio universal.

No hay comentarios: