lunes, 10 de agosto de 2015

PARA COMPRENDER EL MUNDO CONTEMPORÁNEO: CONCEPTOS

Nuevos conceptos para comprender lo que viene ocurriendo en el mundo que habitamos. Incluido el Perú. El concepto de neoliberalismo como forma de vida de los sociólogos franceses Laval y Dardot; el concepto de trilema  como paradoja de la globalización de Rodrik y el de acumulación por despojo de Harvey.

El neoliberalismo realmente existente apareció experimentalmente en Chile con la dictadura militar de Pinochet desde 1973 y los  emergentes “chicago boys”, adoptados luego en grado extremo y en democracia realeza, por la llamada “dama de hierro”, Margaret Tatcher en Inglaterra. Casi al mismo tiempo reencarnados en el autoproclamado “sheriff del mundo”, Ronald Reagan,  en los EEUU en la década del 80. Aunque habría que señalar que el neoliberalismo es más antiguo en antecedentes,  como idea e ideología. El experimento “piloto” fue Chile manipulando las condiciones en dictadura. Después se generalizó en América latina como respuesta a la crisis de la deuda externa, en condiciones de democracia revestida de dictadura. “Dictablanda” en los 90. Hoy avanza inexorablemente y casi en los mismos términos  en Europa, previo oleaje en el continente asiático.

Sin embargo, fieles a la inexorable ley de la dialéctica, de que los acontecimientos se suceden como unidad y lucha de contrarios. El neoliberalismo. Su desarrollo se desenvuelve contradictoriamente con su par, el antineoliberalismo o el también dado en llamar el postneoliberalismo. América Latina vive conjuntamente con experiencias de neoliberalidad en extremo como Colombia, Chile y Perú junto con experiencias  antineoliberales   llevadas a cabo por gobiernos progresistas moviéndose en escenarios capitalistas como es el caso de la mayor parte de gobiernos que aparecieron en América latina desde Venezuela, Ecuador, Bolivia, Brasil, Argentina, Uruguay y en Centroamérica. Pasando por la emergencia del  movimiento social indígena, reviviéndose a partir de la resistencia en la  defensa de sus ancestrales territorios, ante la arremetida del gran capital mundial por despojarlos de sus  recursos naturales. Sus luchas han devuelto la utopía después del intento de extirparla junto con la esperanza de un mundo diferente y posible a la caída del muro de Berlín. Allí está el Buen Vivir y el zapatismo indígena de Chiapas en Méjico.

En esa misma dirección debemos colocar lo que acontece con China comunista y Rusia quienes en caminos distintos optaron por transitar en la burbuja del mercado mundial.

Si contabilizáramos el tiempo de todos estos procesos, estos corresponden a los últimos 50 años. Históricamente podríamos decir que se encuentran en una fase de  maduración y crisis. Dos consecuencias se pondrían en deriva. Una: ingresamos a una gran crisis que conduce a una nueva gran transformación sistémica desde el capitalismo mismo. Siguiendo a Polanyi es la revolución de los ricos contra los pobres. Otra: la emergencia de nuevas formas alternativas de que otro mundo es posible. Es la revolución de los pobres contra los ricos.

Según el sociólogo uruguayo Zibechi, la nueva gran transformación sistémica incluiría tres cambios trascendentes: el fin del estado de bienestar, desindustrialización y financierización de la economía, el fin de la soberanía nacional y el fin de la democracia.

Contrariamente al neoliberalismo que pretende responsabilizar de las desgracias a las acciones de los sujetos o las desviaciones de conducta, inflando el fenómeno de la corrupción y la inseguridad cotidiana tratando de ocultar o por lo menos separarlo de la responsabilidad del sistema. El sistema esta bien;  los que están mal son los sujtos. Soy mas partidario de considerar que hoy por hoy el sistema es el primer responsable. Por lo que resolver el problema pasa por cambiar o transformar el sistema.

En ese sentido me gusta el concepto de los sociologos franceses Laval y Dardot, de que el neoliberalismo es una forma de vida, una nueva razón, un sistema de normativas en las cuales está inmersa toda la sociedad que se impone tanto a los dirigentes como a quienes dirigen.

En ese sentido un alternativo tiene que asumirse como una forma de vida diferente a construirse. Y la humanidad anda en esa dirección. Y se caracteriza por ser procesual  y pluralista pero moviéndose en el campo de la sociedad neoliberal. Y aquí nos resulta interesante la teoría de Dani Rodrik sobre el trilema y sus combinaciones. Las esferas de mercado-sobernaia/autonomía-democracia/ciudadanía. Pero primero lo primero, es la resistencia ética. En es dirección estaría el Buen Vivir del mundo indígena, la economía solidaria, el socialismo comunitario bolviano, el socialismo siglo xxi venezolano, etc.

NOTA APARTE. En el caso de la universidad pública en el Perú su existencia se mantiene para disfrazar el desempleo, la desocupación que el neoliberalismo prácticamente ha naturalizado  excluyéndola de jugar un rol importante en el modelo de sociedad. En su seno contradictoriamente reproduce el burocratismo patriarcal del viejo estado oligárquico y el eficientismo del nuevo estado neoliberal. Desde una perspectiva alternativa habría que pensar en una universidad pública como factor importante en la construcción de la nueva sociedad alterna a la sociedad neoliberal y como una opción de los intereses de los sectores populares mayoritarios en este país. Una universidad imbuida de los valores nuevos alternativos a los del neoliberalismo. Asimismo habría que pensarla con una menor vinculación con el mercado académico y que se concentre más en el desarrollo de los espacios de afirmación de la soberanía y la autonomía en su gobierno, democratizando y afirmando los derechos de los estudiantes y de los trabajadores.         

Son tiempos de sistema y no de individuos. Los individuos sistémicos. El homo videns de Sartori. El neoliberalismo estructurado es una forma de vida, una nueva razón. Christian Laval y Pierre Dardot en “La nueva razón del mundo: ensayo sobre la sociedad neoliberal”.  “El neoliberalismo ha colonizado el alma de los seres humanos nos convierte en personas-empresas” “Mas allá de ser el neoliberalismo una doctrina, es un sistema de normativas en los cuales está inmersa toda la sociedad, también quienes nos dirigen. Se trata de un sistema que se impone tanto a los dirigentes como a quienes dirigen”.

A continuación transcribo tal y cual artículos publicados entre el mes de Julio y agosto, que apuntan en la misma dirección para la situación del Perú:

Del ollantismo al neoodriísmo


El presidente Valentín Paniagua solía decir que para gobernar un país era necesario tener ideas. Quien no las tiene difícilmente puede gobernar bien. Luego de escuchar el último discurso del presidente Ollanta Humala este 28 de julio –porque el que sigue, como es costumbre, solo será uno simple, escueto, una despedida formal– ello queda totalmente confirmado.

Sin embargo, en honor a la verdad, también se podría decir que el presidente Humala las tuvo en un principio, pero que rápidamente abandonó esas ideas por otras, más bien, de talante neoliberal. El problema, por lo tanto, no es discutir si tiene o no tiene ideas sino más bien por qué las actuales no han funcionado si vemos las tasas de aprobación tanto de él, de sus ministros, de su gobierno y de la Primera Dama, Nadine Heredia, como también los conflictos sociales que crecen y el aumento de las demandas populares.
 
En realidad, ninguno de los dos últimos presidentes (Toledo y García) terminó bien su gobierno. Toledo, luego de su mandato, se tuvo que contentar con obtener cuatro parlamentarios. Algo similar sucedió con García. Además, ambos partidos (Perú Posible y el Apra) no presentaron candidatos presidenciales luego de sus respectivos gobiernos. A ello se suma que lo más probable, en verdad es casi un hecho, es que ni García ni Toledo pasen a una segunda vuelta en las próximas elecciones presidenciales. En este contexto no veo por qué al nacionalismo de Ollanta Humala y Nadine Heredia les podría ocurrir algo distinto. 

El problema, por lo tanto, es otro: por qué las ideas, el discurso y el programa neoliberales que el presidente Humala decidió adoptar y desarrollar, con cuerpo y alma, no han funcionado, como tampoco funcionaron con los gobiernos anteriores en el sentido de lograr el respaldo popular. Es probable que tanto Humala, García y Toledo serán recordados como malos gobernantes en las próximas encuestas. 

Ahora bien, es cierto también que no todo programa neoliberal está necesariamente condenado al fracaso político. Sin embargo, si se observa bien el giro progresista que se dio en la región –más allá de los graves problemas que hoy confrontan Brasil y Venezuela– se puede concluir que se construyó sobre el fracaso tanto político como económico del llamado Consenso de Washington, es decir, del programa neoliberal.
 
Una primera afirmación que se puede hacer respecto al fracaso neoliberal es que no logró crear una nueva rearticulación entre el Estado y la sociedad como sí sucedió en los viejos y mal llamados procesos “populistas”. La razón es que una nueva articulación entre Estado y Sociedad hubiese supuesto dos hechos que el propio neoliberalismo niega: ampliar la democracia y, también, ampliar los derechos sociales y económicos que siempre han sido los viejos reclamos de los ciudadanos y ciudadanas. 

Una segunda afirmación es la capacidad que tienen las sociedades y algunos grupos políticos de crear nuevas representaciones electorales y políticas capaces de enfrentar al neoliberalismo. Eso ha pasado en Bolivia, Venezuela, Ecuador, Argentina, Brasil y Uruguay. Incluso se podría afirmar que en algunos países estas nuevas representaciones han logrado transferencias de gobierno institucionales, es decir, en la reelección del partido y no de líder como ha sucedido en Brasil, Uruguay y Argentina.

En el Perú nada de ello hemos tenido. El gobierno de Humala por su continuismo neoliberal no ha logrado una nueva y consistente articulación con la sociedad. Los programas sociales y las obras de las que tanto se ha ufanado el Presidente en su último discurso son políticas transitorias, sujetas por lo general a las rentas del Estado, y terminan siendo articulaciones temporales y no permanentes. Tampoco los partidos y los nuevos contingentes políticos han tenido la capacidad de crear nuevas representaciones políticas. No es extraño que 40% o más de los peruanos, según varias encuestas, no tengan aún candidato para el 2016.
 
Por eso no nos debe extrañar que la principal forma o manera que hoy tienen los gobernantes sea una suerte de neoodriísmo, que también se puede leer como neofujimorismo que combina las obras con un clientelismo social y político. Como se observa en su último discurso. En este contexto, las palabras sobran porque le podrían dar un nuevo sentido a la política y, también, al país. 

En ese sentido no es que el Presidente no tenga ideas, las tiene. El problema es que están igualmente al servicio de una minoría como ha sucedido en los últimos 25 años, con la excepción de Valentín Paniagua que buscó fundar un nuevo ciclo democrático que hoy parece naufragar.    
     
(*) Parlamentario Andino


El trilema de Rodrik
Escribe: Antonio Zapata

A propósito de la crisis griega, se ha comentado intensamente la obra de uno de los críticos más influyentes de la globalización, el profesor de economía de Harvard Dani Rodrik. De acuerdo a su parecer, las sociedades contemporáneas están confrontadas a tres fenómenos simultáneos: una globalización extrema que busca uniformizar el comercio internacional; la democracia como sistema político; y finalmente, la soberanía del Estado Nación. Para Rodrik, no podemos aspirar a conservar los tres, sino solamente dos de ellos.
 
Una globalización a fondo implica integrar la economía nacional a reglas generales que dominan la esfera internacional. Ese camino ya lo ha emprendido el Perú al firmar multitud de TLCs con diversos países, entre ellos grandes potencias, como EEUU y la Unión Europea. Ningún gobierno futuro puede escapar a esas reglas y, además, estamos a punto de profundizar esa ruta, firmando el acuerdo transpacífico, con 16 grandes economías lideradas por EEUU y con exclusión de China.

 Por su parte, la globalización ha alcanzado un nivel más acabado en la Unión Europea, que ha forjado una moneda común y un Banco Central. En ese caso, es evidente el liderazgo de países poderosos, como Alemania y en menor medida Francia, sobre los débiles y poco relevantes, como Grecia, entre otros. Como este mundo es complejo, los otros países europeos chicos están intransigentes con Grecia, porque sus respectivos rescates han significado condiciones duras, que los helenos rechazan porque ya las han pagado sin resultado.
 
El caso de Grecia evidencia que la globalización entra en contradicción con el Estado Nación. Los países ceden parte de sus prerrogativas a uniones federales donde solo conservan una autonomía limitada. Esta opción estuvo comprometida al convocarse el referéndum en Grecia, más allá del eventual resultado, porque en el fondo estaba recuperando soberanía.
 
Pero una segunda vía abierta a los países es conservar globalización y soberanía, lo que obliga a sacrificar democracia. Esa combinación viene imponiéndose en Oriente, encabezado por China, y alcanza también a una buena parte de Europa del Este y al mundo árabe. La sobrevivencia del Estado Nación en un mundo globalizado implica dictadura.
 
Algunas personas piensan que el ascenso de China en la economía internacional ha de llevar en algún momento a la democracia política en el mismo suelo chino. Pero, esa solución se ve lejana. Más bien, parece probable que el éxito de la economía china refuerce su modelo político vertical. Aquí tenemos experiencia. Una de las empresas mineras más intransigentes con los trabajadores es Marcona, propiedad de una empresa estatal china. 

Por ahora, el Estado peruano viene cediendo soberanía para conservar democracia y globalización. No parece una mala elección. Seguramente será una vía para varios países durante el siglo XXI.

 Pero no es la única fórmula posible. El profesor Rodrik recomienda reducir globalización para conservar democracia y soberanía. Sostiene que la globalización actual está fundada en el capital, sin considerar en forma equilibrada ni a los trabajadores ni a los países de menor desarrollo relativo. Por ello, la globalización conlleva desregulación del trabajo y flexibilización del mercado de capitales. Como fórmula puede ser inconveniente para naciones en desarrollo. Por ejemplo, la eliminación de las monedas nacionales y la generalización del euro en Europa. 

Sucede que una moneda nacional barata impulsa la exportación e implica un impuesto a la importación. Puede ser la clave durante el despegue económico; por ejemplo, hasta hoy el yuan chino es bastante barato y constituye pieza fundamental de la estrategia económica de su Estado. Mientras que el euro en Grecia es caro y equivale a una camisa de fuerza, que tiene atrapada a la misma Syriza.

Así, una globalización extrema puede precipitar serias turbulencias internas que comprometan la sobrevivencia de la democracia y la viabilidad de los países.


CHAVEZ LA PRIMERA REVOLUCION ES LA MORAL, LA ETICA

Ahora bien, entre los elementos que pudieran definir el socialismo del siglo XXI yo diría que el primer rasgo es el moral. Hay que comenzar por ahí, por la conciencia, por la ética. (…) Luchar contra los demonios que sembró el capitalismo: individualismo, egoísmo, odio, privilegios. Creo que por ahí habría que comenzar. Es un trabajo de todos los días, una tarea cultural y educativa de largo aliento. En Venezuela hemos comenzado a debatir ese aspecto y es muy positivo. Es un arma en la lucha contra la corrupción, un mal que es propio del capitalismo. Empresas y empresarios corrompidos, negocios oscuros, funcionarios corruptos, movidos sólo por la ambición. Aunque también la corrupción se ha dado en el socialismo ese fenómeno tiene una raíz capitalista, es la ambición de riqueza. El socialismo debe defender la ética, la generosidad. Bolívar fue un ejemplo: abandonó todo por ser útil a su país. Hay que recordar también a Cristo y lo que dijo al hombre rico que quería ir al cielo: vende todo lo que tienes y repártelo entre los pobres. El hombre se puso a llorar porque no era capaz de hacer eso. Fue entonces cuando Cristo lanzó aquella frase: «Será más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja que un rico entre en el reino de los cielos»”. (Entrevista con Manuel Cabieses; 2005)

“Ahora, el socialismo tiene, en mi modesto criterio, debe tener, para crearlo, para amasarlo, debe tener pues varios componentes, uno de ellos es, pudiéramos llamarlo el socialismo moral, o la moral socialista, y ese es muy importante. Si no hay moral socialista en nosotros, no hay socialismo posible. Esos valores, la moral, bueno sabemos, la ética, la moral, el comportamiento, la conducta, los valores, debemos comportarnos a conciencia, sin que nadie nos esté vigilando o dando con un látigo, en el marco de una moral nueva, distinta, que no es nueva, es vieja, una moral colectiva, una moral que tiene mucho con el pregón de Cristo, “amaos los unos a los otros”. La moral de la fraternidad verdadera, pero porque se sienta, no de palabra, de la boca hacia fuera, no aquí, desde el alma, desde el pecho, desde las entrañas de cada uno, de cada una, compartir con el otro, con la otra, vivir en comunidad, aceptarnos en comunidad, sentirnos parte de una comunidad, de un colectivo, sentir un hilo invisible que nos une a todos.” Y más adelante señala en Asunción, Paraguay-2005: “Entonces se trata de alimentar la moral socialista, o el socialismo de lo moral, el socialismo de lo pequeño, de lo cotidiano con los vecinos, aquí en el aula de estudio, allá en la fábrica. El de verdad sentir hermano al otro, a la otra, la solidaridad, el amor, ir dejando atrás el egoísmo, la ambición, la ambición de la riqueza, por ejemplo, ¡qué cosa tan perversa esa!”.

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