Redes de indignación y desesperanza I
NELSON MANRIQUE
Martes, 06 de enero de 2015
La
movilización contra la Ley Pulpín viene provocando un interesante debate
académico. Se la ha comparado con movimientos anteriores pero los análisis
omiten un factor que hace una diferencia fundamental: Internet y las redes
sociales y su impacto en la cultura e identidad juvenil.
Empiezo
constatando que la actual movilización, y las características que esta asume, desde
las movilizaciones contra la “repartija” hasta los pulpinazos, habría sido
simplemente imposible sin la red de redes y una generación de jóvenes que asume
el ciberespacio como su espacio natural de socialización. No se trata de las
tecnologías de información y comunicación como facilitadoras sino del
nacimiento de una cultura –entendida como una manera de estar-en-el-mundo–
modelada por una generación que está parada sobre la que probablemente sea la
brecha generacional más importante de la historia de la humanidad: la que
separa a los nativos digitales, los que llegaron al mundo con Internet, de los
inmigrantes digitales, nuestra generación.
Manuel
Castells, posiblemente el mejor estudioso del capitalismo informacional, puede
brindarnos elementos valiosos para pensar el despertar de los jóvenes peruanos
a la política y las grandes tendencias planetarias que se están desplegando.
Redes
de indignación y esperanza. Los movimientos sociales en la era de Internet
(Castells, Alianza Editorial 2012) aborda la enorme movilización planetaria que
tuvo su epicentro en las redes sociales el año 2011, un movimiento en cuya
gestación jugó un rol destacado la indignación ética frente a los poderes
financieros, el Estado, la política y los políticos y que incluyó la primavera
árabe, cuyo primer capítulo se produjo en diciembre de 2010. Para la gran
movilización importaba la pobreza y la crisis económica, pero el gran motor fue
“la humillación causada por el cinismo y la arrogancia de los poderosos, tanto
del ámbito financiero como político y cultural, lo que unió a aquellos que
transformaron el miedo en indignación y la indignación en esperanza de una
humanidad mejor” (Castells 2012: 20)
La
movilización se inició el 15 de octubre de 2011 y se desplegó como una red
global de movimientos que recurrían a la ocupación de lugares simbólicos, desde
Túnez hasta Islandia, bajo la bandera de “Unidos por un cambio global”. Abarcó
a millones de personas en 951 ciudades de 82 países del mundo, que
reivindicaban la justicia social y una democracia auténtica, ignoraban a los
partidos políticos, desconfiaban de los medios de comunicación, rechazaban los
liderazgos y la organización formal y se articulaban a través de Internet y de
asambleas en lugares públicos previamente ocupados, donde se debatía y tomaba
decisiones. ¿Suena conocido?
Los objetivos de la movilización eran principalmente culturales. El poder es ejercido por quienes lo detentan a través de dos instrumentos básicos: 1) la coacción, justificada con el monopolio de la violencia legítima del Estado y 2) la construcción de significados en las mentes, a través de mecanismos de manipulación simbólica. Esta segunda dimensión constituye hoy a Internet en una arena privilegiada del conflicto social.
Los objetivos de la movilización eran principalmente culturales. El poder es ejercido por quienes lo detentan a través de dos instrumentos básicos: 1) la coacción, justificada con el monopolio de la violencia legítima del Estado y 2) la construcción de significados en las mentes, a través de mecanismos de manipulación simbólica. Esta segunda dimensión constituye hoy a Internet en una arena privilegiada del conflicto social.
La
construcción de significados supone entablar relaciones de comunicación que
abarcan campos muy amplios de la experiencia humana: la interacción con el
entorno natural y social, interconectando nuestras redes neuronales con las
redes de la naturaleza y las redes sociales. Algunos actos de comunicación son
privilegiados al momento de construir sentidos: “Para la sociedad en sentido
amplio, la principal fuente de producción social de significado es el proceso
de comunicación socializada (...) aquella que existe en el ámbito público más allá
de la comunicación interpersonal. La transformación continua de la tecnología
de la comunicación en la era digital extiende el alcance de los medios de
comunicación a todos los ámbitos de la vida social en una red que es al mismo
tiempo local y global, genérica y personal, en una configuración constantemente
cambiante” (ídem, p. 23).
La
sociedad red no es puramente virtual; las redes virtuales y las redes de la
vida se interconectan formando “un mundo híbrido, no un mundo virtual ni un
mundo segregado que se separará online de la interacción offline”. Las redes
virtuales pueden enlazar de esta manera redes de la vida de innumerables
personas, en muy diversas dimensiones de su praxis, incluida por supuesto la
política: “Y es en este mundo en el que han nacido los movimientos sociales en
una transición natural para muchas personas, que pasan de compartir su
sociabilidad a compartir su indignación, su esperanza y su lucha” (ídem, p.
222).
Seguiremos.
No una sino muchas marchas
ROCIO SILVA SNATISTEBAN
Martes, 06 de enero de 2015
A
veces los analistas políticos, sean politólogos, sociólogos o poetas, parten de
información basada en datos periodísticos con los que llegan a generalizaciones
preocupantes (“el cambio del modelo económico al parecer no está en agenda”) o
a lugares comunes (“las marchas han sido eficaces para expresar una protesta”).
Otras veces incluso, extrapolan lo que sucede en Lima a nivel nacional, de tal
suerte que siendo ellos mismos los que reconocen la importancia de los
movimientos regionales, siguen aminorando sus efectos o, en todo caso,
generalizando los hechos limeños a escala-país. Algo de eso ha sucedido cuando
se dice que las últimas marchas de jóvenes contra la Ley Pulpín son la primera
expresión masiva del descontento desde el año 2000. Esta afirmación es
completamente errada.
La
movilización que dio origen al “Baguazo”, por ejemplo, fue unánime en la
Amazonia, desde Bagua hasta Pucallpa: fue un paro con bloqueos de carreteras
que movilizaron a casi 10 mil indígenas durante más de tres meses, pero como no
apareció en la televisión parece que no hubiera existido hasta el fatídico 5 de
junio de 2009. Asimismo las marchas anti-Conga en Cajamarca fueron
multitudinarias, movilizando desde caseríos lejanos hacia la capital del
departamento a campesinos, campesinas así como ronderos y ronderas, que luego
caminaron hacia Lima en la Gran Marcha del Agua de febrero del 2012,
congregando a su paso por la costa a una masa de indignados que los respaldaron
en cada pueblo. Pero como tampoco salió en los medios tradicionales pareciera
que no hubiera existido. Los medios y los analistas invisibilizan procesos
sociales y luego, ¡oh!, se sorprenden ante los resultados de cambios dramáticos
en la política.
Es
falso que los jóvenes no hayan salido a las calles desde hace una década:
últimamente lo hicieron contra la Repartija del 2013; contra la designación de
Martha Chávez como presidente de la Subcomisión de Derechos Humanos del
Congreso ese mismo año; por la Unión Civil para parejas del mismo sexo y en el
año 2011 no olvidemos la gran movilización con un altísimo componente de
jóvenes denominada “Fujimori nunca más” que no solo se dio en Lima sino paralelamente
en Arequipa, Piura, Chiclayo y otras ciudades del Perú. Son hitos que han
venido entretejiendo un sentir ciudadano y una manera de preservar la
democracia: ejerciendo presión en las calles por los derechos o ante la amenaza
grave de un gobierno con los mismos sátrapas de décadas anteriores.
Todos
sabemos que los derechos son productos de duras conquistas y “okupar las calles
/ tomar las calles” ha sido la forma, desde las revueltas campesinas de la baja
edad media en Flandes, en que el pueblo llano ha sabido quebrar en el aire la
mano del Estado opresor, sea este monárquico o “democrático”. En todo el orbe.
Desde Tiananmen hasta “Ocuppy Wall Street” son las plazas y las calles los
espacios donde se baten cuerpo a cuerpo protestantes y represores.
Hoy,
en nuestro país, la juventud con su ímpetu y su organización horizontal está
proponiendo una cuarta marcha en menos de un mes. Jorge Rodríguez, del Foro
Juvenil de Izquierda, uno de los voceros de las marchas contra la Ley Pulpín,
ha declarado el domingo en La República algo que me parece fundamental como
análisis de un cambio en la sensibilidad de los jóvenes frente al statu quo:
“en estas marchas ha aflorado la necesidad de cuestionar radicalmente el modelo
económico”. Por eso, columnistas de opinión, les sugiero un par de vueltas por
la realidad para que no les sorprenda un reposicionamiento político en este Año
de la (terca) Cabra.
Marchas adelante y marchas atrás
CLAUDIA CISNEROS
Martes, 30 de diciembre de 2014
Ahora
que sabemos que el Régimen Laboral de los Jóvenes, RLJ, era perfectible, y que
va a ser perfeccionado por la vía de su reglamento, se puede extraer algunas
conclusiones políticas. Este desenlace es tentativo, y no significa que los
problemas en torno al tema hayan terminado. Sin embargo, las grandes líneas de
lo sucedido ya están a la vista.
La
figura más mellada por la marcha atrás es el ministro de Economía, quien aceptó
encarnar y defendió el RLJ en toda su extensión. Pero a la hora de empezar las
rectificaciones, el elegido para representarlas ha sido el ministro de Trabajo,
quien incluso ha anunciado un cambio concreto, el acceso juvenil al reparto de
utilidades.
En
lo anterior hay una parábola sobre las relaciones entre el tecnócrata recién
llegado y el político del cogollo humalista. El primero terminó representando a
algunos gremios empresariales, y el segundo apareció en TV representando a todo
el gobierno. Fredy Otárola ha salido a expresar las dudas de Ollanta Humala en
todo el tema.
Un
detalle a tomar en cuenta es que los discretos reparos al RLJ expresados por un
puñado disperso de parlamentarios oficialistas no fueron formalmente asumidos
como parte de la posición del gobierno. Hubiera sido una concesión a los
vientos de disidencia que soplan en el Congreso, y hubiera complicado las cosas
dentro de un Ejecutivo dividido en el tema.
Para
Alonso Segura, del MEF, la nueva situación es incómoda. No solo porque la
presencia de Otárola lo descoloca, sino además porque el criterio de las
rectificaciones probablemente será más político que tecnocrático. Un curso que
le puede quitar buena parte de su sentido al dispositivo y afectar otros
proyectos del MEF.
No
hay cómo saber si la marcha de ayer lunes se produjo porque el anuncio
ministerial de cambios en el RLJ fue hecho recién el domingo por la noche o
porque la agenda de esos jóvenes no es tan fácil de desactivar. Además el
Ejecutivo no ha planteado su retroceso como el inicio de una negociación, sino
como una concesión mecánica a las presiones.
Las
marchas han sido eficaces para expresar una protesta. Pero le está faltando
algún tipo de articulación para poder participar en los cambios. Una dinámica
de sucesivas marchas seguidas de otros tantos retrocesos llevaría la cosa hasta
las calendas griegas, y se abriría a desenlaces imprevistos para ambos lados
del pulseo.
Como
las marchas juveniles parecen estar funcionando camino del nuevo año, es
probable que veamos más de ellas, no solo por el RLJ, sino para un abanico
variado de reclamos. Lo cual va a frenar el impulso legislador del Ejecutivo
Redes a calles: La nueva voz del pueblo
Domingo, 04 de enero de 2015 | 4:30 am
“(Internet) crea las condiciones para una
forma de práctica compartida que permite a un movimiento sin líderes
sobrevivir, deliberar, coordinar y expandirse (…) en la larga marcha por el
cambio social que se necesita para superar la dominación institucionalizada”.
-Manuel
Castells
Lima y el Perú van por su cuarto movimiento
ciudadano de redes a calles. #TomaLaCalle en contra de la Repartija (http://goo.gl/i4h1Pq) en el Congreso fue el primero. Luego, la
defenestración de la presidencia de la subcomisión de DDHH de la fujimorista Martha
Chávez (http://goo.gl/dQV3Et), conocida por avalar todo atropello de
DDHH del fujimorato, antes y ahora.
El tercer antecedente fue la lucha para revertir el abuso de las AFP (contra los independientes). Todas movilizaciones que lograron sus objetivos a partir del sentimiento común y extendido de que la clase política no nos representa ni representa los intereses comunes.
El tercer antecedente fue la lucha para revertir el abuso de las AFP (contra los independientes). Todas movilizaciones que lograron sus objetivos a partir del sentimiento común y extendido de que la clase política no nos representa ni representa los intereses comunes.
El
éxito social de incidencia en las políticas públicas de estas protestas
ciudadanas de redes a calles es el de una nueva forma de redefinir,
reconstituir, enderezar la precarización de la democracia a la que la mayoría
de políticos hoy contribuye. En estos movimientos no hay líderes o jerarquías
ni se necesitan. Se definen por su autonomía, por su autogestión y libertad y
por su repudio a las instituciones “fachalizadas” de las democracias cada vez
más fachada de países como el nuestro.
Estos
movimientos no creen en quienes ocupan esas instituciones porque demuestran que
solo las ocupan para gerenciar intereses particulares y partidarios. Son
expresión del hartazgo de una forma de hacer política no solo a espaldas del
pueblo sino a costas de él; burlándose de nosotros mientras ellos engordan sus
apetitos y billeteras y prostituyendo los instrumentos de la democracia en ese
afán.
Gente como los ministros de Economía y de
Producción –respondiendo a intereses de élites financieras (http://goo.gl/XUdF2c)– son agresivamente usurpadores del poder
que les dimos en detrimento de la comunidad. O como el ministro de Trabajo (http://goo.gl/o618px), pasivamente usurpador del poder
prestado que él usa para mantener su particular estatus político y estabilidad
laboral (já). No le importa ser ninguneado, arrollado por la combi Orión de la
política en la que se han convertido Nadine-Ollanta y sus ministros-engranajes
que funcionan a cuerda del poder fáctico económico.
Gente como el incalificable ministro jefe de la
seguridad y orden de un país y que es un procesado por asesinato (http://goo.gl/BO4VOB y http://goo.gl/DUC2Be).
Quizás justo por eso no debiera sorprender, aunque sí alarmar, que desde la
primera movilización contra el írrito Régimen Laboral Juvenil haya hecho todo
lo posible por criminalizar la protesta: primero pretendiendo cerrar la Plaza y
pedir DNIs (http://goo.gl/XLCtdx) para marchar (algo inédito en la
historia universal democrática).
Luego
exigiendo que los estudiantes vayan sin mochila o sin pañuelos y vinagre con
los que se tapan boca y nariz cuando la brutalidad policial arremete con
ingentes gases lacrimógenos.
Pero más allá del constante absurdo (que parece su
segundo nombre) la denuncia “preventiva” a 20 jóvenes (http://goo.gl/nIYIqD) participantes de las 3 marchas contra la
Ley Pulpín es una amenaza que ningún demócrata puede justificar o debe admitir
(http://goo.gl/MxbjMs). Mientras en Perú este ministro-maroma
intentaba culpar a jóvenes (que han marchado por miles pacíficamente en cada
protesta a excepción de un puñado de violentos infiltrados) de cualquier daño o
evento violento, en Bolivia un viejo amigo (¿y socio?) de la pareja
presidencial en fuga anunciada, tramitaba cómodamente su asilo/refugio en
quizás el único país de la región en el que la alerta Interpol no podía
capturarlo. Hay que ser idiota para creer que esta información no se sabía en
la cartera del gran cazador al que esta paloma empolla en la cabeza sin que la
“vea”.
Así estamos en esta cada vez más devaluada
democracia en la que con esmero trabaja Nadine y su imperceptible esposo. Y por
eso, por los derechos, por dignidad y calidad de democracia es que se viene la
siguiente marcha este 15 de enero a nivel nacional(http://goo.gl/Qhu8dt). Respondiendo a la nueva estrategia
gubernamental de decir que los que marchan no representan a todos los
afectados. Mientras, la puntería de ese electorado está en el Congreso donde
solo cabe Sesión Extraordinaria y #DerogatoriaYA (http://goo.gl/OGUEHX).
Nos vemos en las calles.
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